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Tres Arroyos, JUEVES 28.03.2024
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Flor de apellido

Jorge asegura que nunca le tuvo miedo a la competencia, que en cierta época fue mucha, ni a los cambios, que tanto en su ramo como en el comercio en general, van más rápido que lo que algunos querrían. 

Seguramente en esa afirmación está uno de los secretos de Florería Rodera, que fue fundada por don Francisco, su papá, hace casi 74 años (los cumplirá el próximo 1° de julio).
“73 años y muchas flores”, se lee por duplicado en la vidriera del negocio. 
La frase está puesta con mucho orgullo, pero también con un sentimiento de gratitud hacia todos los clientes que permitieron alcanzar la cifra. “Podemos decir con satisfacción que nos compran muchos de los bisnietos de aquellos primeros clientes que tuvo papá cuando abrió en el local de la primera cuadra de Betolaza”, explica Jorge.
“Volvería a tener una florería”, cuenta a la hora de hacer un repaso de su vida comercial. 
“Está bien que eran otras épocas, y que si uno no estudiaba tenía que trabajar, pero a mí siempre me gustó esto”, agrega Jorge que se crió en la florería.
Y que cumplió con creces el legado que le dejó su padre, porque no sólo continuó el comercio sino que tuvo la habilidad y la capacidad para reinventarlo y llegar así a que Florería Rodera superara las siete décadas de trayectoria en plena vigencia.

Rodrigo 
La relación entre don Francisco y las flores comenzó una vez que acompañó a Serafín, su hermano mellizo, al Club Español -estaba situado arriba del Teatro Español, sobre la calle Colón- donde trabajaba. “Ahí nomás estaba Los Claveles, la florería de Angel Rodrigo, y empecé a llevar algunas flores a las casas donde se velaba a los muertos. En aquella época los velatorios se hacían en las casas y a mí me tocaba llevar los ramitos. Porque las coronas no las podía cargar, eran enormes. Hasta que finalmente Rodrigo me dijo ‘tenés bicicleta, vas a trabajar con nosotros’. Así ya quedé fijo, repartiendo flores en bicicleta, y si estaba cerca el velorio iba caminando”, le contó el ya desaparecido florista a LA VOZ DEL PUEBLO cuando su negocio cumplió los 70 años. 

Don Francisco junto a un amigo en la vidriera de Las Calas, en la primera cuadra de Betolaza, la florería en la que empezó a trabajar

Francisco estuvo casi 10 años en Los Claveles hasta que le ofrecieron comprar el fondo de comercio y junto a su amigo Enrique Ressia arrancó en el local de Betolaza 34. Fue el 1 de julio de 1945. 
Al poco tiempo se disolvió la sociedad y continuó en soledad. El negocio marchaba muy bien y pudo comprar el local.
En 1964 reformó el local y arriba le construyó un departamento donde vivió con Elena Rini, su compañera de toda la vida, hasta la mudanza a su ubicación actual de Chacabuco 173. 
El siempre recuerda con humor que la edificación apenas tenía cuatro metros de frente, con lo cual lo que siempre le faltó a la florería fue espacio.
  
Evolución 
A fines de los 60, Jorge se incorporó formalmente al trabajo en el comercio. “En esos tiempos había muchas florerías y todas trabajaban con los fallecimientos. Hasta que con el paso del tiempo eso fue cambiando y las que no supieron o no pudieron adaptarse a los nuevos tiempos quedaron en el camino”, indica. 
Los Rodera fueron sumando otro tipo de artículos relacionados con el rubro y así pudieron continuar en actividad. “Incorporamos mucho lo que tiene que ver con regalos -nacimientos, cumpleaños, aniversarios-, ambientaciones para fiestas y acontecimientos, empezamos a vender plantas, y todo lo relacionado con jardinería», cuenta.
Un impulso clave para poder diversificarse fue la mudanza al local actual. “Acá nos sobra el espacio que nos faltaba allá, y eso ayudó a que pudiéramos incorporar de todo”, indica Jorge, quien atiende el comercio junto a su mujer María Silvia y un empleado, Gonzalo García, que ya es como de la familia.

Jorge, su mujer María Silvia y Gonzalo García, que lleva más de 15 años trabajando con ellos y es como parte de la familia

Los cambios tecnológicos y de costumbres también tuvieron su impacto en el negocio de los Rodera. “A partir de la posibilidad de vender con la tarjeta de crédito por teléfono cambió todo. Hay días, por ejemplo, que hacemos 25 ventas telefónicas, la gente se ha habituado a ni siquiera venir al local. Y el otro fenómeno es que hacemos muchas ventas a gente que está en el exterior y quiere regalar flores o plantas a amigos o familiares que están acá en Tres Arroyos”, cuenta. 
“Nos hacen los pedidos por whatsapp, y nosotros les mandamos las fotos de las alternativas que tienen. Después nos pagan con tarjeta de crédito y listo. Incluso los que reciben el regalo, o hasta nosotros mismos le mandamos la foto del ramo que enviamos al que lo compró. Algo impensado hasta hace algunos años”, dice Jorge. 
Y vuelve a mirar para atrás y a recorrer imaginariamente su vida comercial. En realidad, su vida: “Me crié en la florería. No me arrepiento de lo que elegí. Tengo 68 años y desde los 15 estoy de lleno en el negocio”. 
En el final cuenta el secreto que posibilitó que pese a los años, a los cambios y a las crisis, Rodera además de su apellido siga siendo el nombre de la florería más famosa de Tres Arroyos: “La clave es lo que me enseñó mi viejo, lo que hizo él toda su vida, ser atento, servicial, honesto y trabajador. Si cumplís esas premisas, te tiene que ir bien”. 
Flor de enseñanza dejó don Francisco. 
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