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Los últimos colimbas de la zona

Por Horacio Arbasetti

Marcos Troncoso, Mario Villafañe (de Coronel Pringles) y Marcos Martínez (de Adolfo Gonzales Chaves) recuerdan su paso por el servicio militar obligatorio, 25 años después. Los tres lo hicieron en el Regimiento de Infantería Mecanizada 35 ubicado en Rospentek, a casi 300 kilómetros de Río Gallegos, en el extremo sur sobre la frontera con Chile. Fueron los últimos de la clase sorteada en 1975, pues a partir de la muerte del soldado Omar Carrasco -el 6 de abril de 1994 en Zapala- se derogó la Ley de Servicio Militar Obligatorio.

Los tres vivieron la última etapa de la “colimba” y cada uno a su manera recuerda lo que pasó en ese momento. Fueron catorce meses “en el medio de la nada”; los habían llevado a más de 3000 kilómetros con un paisaje entre cerros, casi cayéndose del mapa de la Argentina.
En el caso de Marcos Troncoso la experiencia de vida fue “porque en esos años nada que ver con ahora; el respeto te lo enseñaban tus viejos y en la colimba ni hablar. Después tenés la otra, el compañerismo. Nosotros estábamos de acá a más de 3000 kilómetros y veníamos dos veces al año. La primera licencia fue en julio -20 días-, estuvimos cinco de viaje dos días y medio para venir e igual para volver. Allá estábamos en el regimiento de Infantería Mecanizada 35; eso está de Río Gallegos para el lado de la cordillera, entre 28 de Noviembre y Río Turbio”. 
Mario agrega, “vos mirabas para todos lados y era sierra y cordillera. No ves nada de verde y mucho frío y nieve; nosotros de Pringles éramos cuatro, Romano, Martínez, Soto y yo. Fuimos los cuatro a revisación en Bahía Blanca y los cuatro derechito para allá”, dice riéndose.
En tanto de Tres Arroyos fueron nueve, “Pablo Verkuyl, Nacho Marconi, Diego Landaluz, Case, Galluzi, Adrián Pizarro, Sergio Berrutti, Ruben Monte y yo”, cuenta Troncoso. 

Todos iguales 
Los tres recuerdan que en la conscripción obligatoria era como que se igualaban las clases sociales, no había distinción de apellido, billetera o estatus, otro nivel. Tanto Troncoso como Villafañe o Martínez trabajan desde muy chicos y eso se notaba mucho en ese momento; “cuando nos acostábamos a dormir empezaban los lamentos de algunos y ni que hablar cuando recibían cartas de acá… un solo lamento”, dicen los tres riéndose.
También marcando las diferencias que había en esos tiempos con los actuales, en cuanto a lo que pasa con los jóvenes. El ayudar en la casa en cuanto al aporte económico y otras cuestiones, como el respeto a los mayores. 
Como anécdotas hay muchas y siempre se trae a la mesa lo mismo; “la compañía nuestra era la peor -dice Marcos-. Eramos una plaga total, después de la jura de la bandera salíamos todos los fines de semana porque las cambiaba con otro en la semana. Me iba el viernes y volvía el lunes. Entre nosotros había mucho compañerismo pero con el resto ni ahí”. 
Volverse a juntar 
El volver a reunirse los integrantes de esta zona fue por iniciativa de “el Pelado Díaz, de Cerri. Cuando nos fuimos de baja, anotó a todos los de la zona por apellido y de dónde éramos. Pasados los años empezó a ubicarnos por Facebook. Con algunos hacía 25 años que no nos veíamos, ni de la cara nos acordábamos, pero al rato era como si hubiésemos estado juntos ayer”, cuentan los dos. 
La primera vez que se juntaron fue en Bahía Blanca hace muchos años atrás, pero Troncoso lo había hecho con unos de Cura Malal, en Coronel Suárez, “hace siete años pero como grupo fue el año pasado en Coronel Dorrego”. 
“Yo -dice Villafañe- hace cinco años en Sierra de la Ventana, el año pasado en Dorrego y ahora en Cura Malal. La vez de Ventana fue por un compañero de Pringles que me llevó pero después lo hice por Facebook y así empecé a encontrarlos al resto”. 
También juntarse tiene más que cuestiones de amistad. El año pasado fue en Coronel Dorrego pues uno de los compañeros de allí -Fabián- había perdido a una hija años atrás y ahora le pasó con la otra, que en un accidente doméstico cayó en la bañera y sufrió muerte cerebral. Sus padres donaron todos los órganos. El hijo de Marcos, jugando al fútbol en Colegiales, sufrió la fractura de clavícula y entonces el resto hizo una colecta para ayudarlo a juntar plata para hacerle la operación de ponerle una placa de titanio. Esta es la manera de volver a encontrarse y cómo se siguen ayudando, porque por sobre todas las cosas son ex compañeros del Ejército. 
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La colimba ¿sí o no?
Hablando en cuanto a las diferencias del ayer y hoy y si debería de existir el servicio militar obligatorio Troncoso y Villafañe coinciden en que sí: “Aparte ahí te enseñan a respetar, a valorar muchas cosas. Hoy por hoy vos agarrás a los nenitos de mamá o a los que se la dan de villeros, que se las saben todas y ahí adentro se igualan todos”, dicen Marcos y Mario. 
En cambio Marcos Martínez piensa lo contrario; “a mí me gustaría un Ejército más profesional en todo, despegado de la política. Esto es algo que nunca ocurrió, a mí en lo personal lo de Carrasco me dolió mucho, me quedó acá. Que te digan que se murió un par, un pibe como yo de 18 años… Todo lo que trajo eso, lluvia de cartas, de llamadas, fue un tema que declinó la colimba. A mi no me gustaría que vuelva, yo prefiero en lo personal, que mi hijo tuviera otras posibilidades. Y eso que yo lo pasé bien… va a sonar duro lo que digo pero si nosotros tenemos presos y les damos de comer, por qué no lo hacemos con los chicos. Tendría que haber una ley que diga que un chico rico o pobre se pueda sentar a una mesa de su escuela a la mañana a desayunar, a mediodía a comer. Que sean todos iguales, es mi forma de ver, después sí que cada uno tenga su vida pero esos dos momentos son reimportantes. Nosotros nos sentábamos a la misma mesa con chicos que estaban socialmente muy bien y otros muy mal, comíamos un locro y fuimos felices. Vamos a apostarle a eso en todo el país, que los chicos coman, después vemos…”. 
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Con Kirchner y Biner 
Martínez conoció a Néstor Kirchner en el ’95 cuando era intendente de Río Gallegos; “también al que ahora es ministro de Seguridad, Sergio Berni, cuando nosotros entramos él era teniente primero. A Kirchner lo conozco porque hubo una tormenta de nieve que había tapado los caminos entre Río Gallegos, 28 de Noviembre y Río Turbio, por esto quedó mucha gente atrapada en el campo, puesteros, familias. Entonces el único elemento que había para rescatarlos era el Ejército que tenía helicópteros, vehículos oruga; estábamos mejor preparados para eso ahí, lo pude ver”. 
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