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El ángel de las piernas chuecas

Por Pablo Tano 

Es sabido que en Brasil florecen futbolistas como hierba en la pradera. Con una extensión de más de 8 millones de kilómetros cuadrados y con una población de 210 millones de habitantes, la tierra del samba, el carnaval y el futebol es el país más poblado de América Latina. Cinco veces más que la Argentina. Y hay que integrar a Chile, Uruguay, Perú, Ecuador, Venezuela, Bolivia y Colombia para tener una dimensión real de lo que se habla. 
Los cazatalentos recorren cada rincón en busca de nuevos jóvenes con aptitudes que hacen pensar que pueden ganarse un lugar en el deporte más popular del planeta. Uno de esos tantísimos cracks fue Garrincha. Un dotado por los dioses para “alegrar al pueblo brasileño” a pesar de que tenía la pierna derecha torcida, inclinada hacia adentro y seis centímetros más corta que la otra. Esa malformación de nacimiento – heredada de su padre- no significó un obstáculo para su carrera. 

El obrero jugador 

Manuel Francisco Dos Santos es su verdadero nombre. Nació el 28 de octubre de 1933 en la pequeña favela de Magué, en el distrito de Pau Grande, en el Estado de Rio de Janeiro. Creció en el seno de una familia humilde y numerosa. Tenía 15 hermanos. Todos trabajaban para aportar en casa. Lo apodaron Mané y Garrincha, éste último fue con el que pasó a la inmortalidad de unos pocos elegidos. Así lo bautizó su hermano por un pájaro típico de la región que era objeto de travesuras de la infancia cuando podían atraparlo. 
El Sport Club Pau Grande, de su ciudad natal, fue el lugar donde el niño comenzó a deslumbrar entre los equipos de empresas textiles. La América Fabril, fundada por ingleses, participaba de los campeonatos interfabriles cariocas. A sólo 90 kilómetros de Rio de Janeiro, en la región de Petrópolis. Fue uno de los primeros casos del surgimiento del obrero-jugador. 
Luego llegarían Vasco da Gama, Fluminense y San Cristóbal hasta recalar a los 18 años en Botafogo de Futebol y Regatas. El crack que desconcertaba a rivales recostado sobre la banda derecha, se convirtió en el mayor ídolo para los torcedores cariocas. Lideró al club en los campeonatos Estaduales de 1957, 1961 y 1962. Representó a la institución hasta 1965 con números impactantes: 245 goles en 612 partidos. 

Con Pelé, quien fue su compañero en las consagraciones con Brasil en las copas del mundo de 1958 y 1962

Los preconceptos y apariencias físicas que le provocaron más de un rechazo de los dirigentes deportivos para ser contratado no minaron su pasión, sino que potenciaron sus capacidades y habilidades. 

En una de sus últimas entrevistas a la televisión, en 1978, comentó que “nunca fue una dificultad tener una pierna torcida, sino todo lo contrario. Eso me facilitó poder driblar. Los rivales no sabían para dónde me iba a lanzar ni hacia donde iba a salir con la pelota”. Padeció dolores y sufrió tratamientos en sus rodillas producto de las patadas arteras de sus adversarios que no podían controlar sus desconcertantes amagos. 
Dupla letal con Pelé 
“Mi mejor momento en el fútbol fue cuando me convocaron para la Selección”, recordaba Garrincha en una de sus últimas entrevistas al programa Vox Populi. En 1958, junto a Pelé y compañía, lograron el primer título mundial para Brasil, conquista que se repetiría cuatro años más tarde en Chile 1962. Fue seleccionado como el mejor futbolista de ese año. Con O Rei y Mané en cancha, la Selección amarelha no perdió nunca. Disputó 61 encuentros y marcó 17 goles. 

En 1996, junto a la popular cantante brasileña Elza Soares, quien fue una de sus parejas

Final triste y solitario 

Garrincha llevó una vida privada desordenada, descuidada, llena de excesos. Fumaba desde los 10 años y su adicción al alcohol fueron sus grandes rivales. “Tomo caipirinha porque el wisky es muy caro”, repetía entre compañeros y amigos. Sí, dos rivales a los que no pudo regatear y lo llevaron a un desenlace triste. 
Tuvo 12 hijos de cuatro mujeres distintas. Una de ellas fue la popular cantante brasileña Elza Soares. El mediático matrimonio duró 15 años y con episodios de violencia de género inocultables a pesar de la época que precipitaron el fin de la relación. Durante la Dictadura Militar se vieron obligados a abandonar el país y se refugiaron en Italia hasta 1976. Tuvieron un hijo: Manuel Juniors, Garrinchinha, quien falleció en un accidente de tránsito en 1986. 
El inolvidable número “7” murió en 1983 a causa de una cirrosis hepática cuando tenía 49 años. Su despedida, en el Estadio Maracaná, fue multitudinaria. La alegría del pueblo se apagaba con la muerte de unos de sus mayores ídolos: el ángel de las piernas torcidas. 
“Yo no soy rico. Soy rico de salud. Yo lucho siempre y lucharé. Tengo un poco para mi bebé, mis hijas con salud, mi casa. No guardé plata ni tampoco gasté tanto. Sí sólo guardo dinero para comprar cigarrillos”, confesaba. 
Mané sirvió como fuente de inspiración y admiración de poetas, escritores, cantantes y cineastas. El popular artista Vinícius de Moraes escribió una soneto en su honor: “o anjo das pernas tortas” (Él ángel de las piernas chuecas/torcidas), el escritor Ruy Castro tituló una de sus obras “Estrela solitária (Estrella solitaria)”, los versos de Drummond de Andrade y el documental de Joaquim Pedro de Andrade “Garrincha: o alegría do povo brasileño”. 
 “Nunca olvidé lo que fui antes y lo que soy ahora. Soy una persona muy alegre y siempre estoy haciendo bromas. Soy el mismo de siempre”, se autodefinía el hombre amiguero y de perfil bajo que para muchos brasileños fue un milagro de Dios. 
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