Opinión: Lorenzetti (Nota al pie)
Por Juan Francisco Risso
Cuando vean “recurso de queja” lean “recurso de queja por apelación denegada”. O sea: el mismo tribunal que denegó nuestra petición, ahora nos deniega la apelación para ir a un tribunal superior, por considerarlo improcedente. Y así la última sentencia quedaría firme. Ahí nos queda el recurso de queja. Veamos si el superior lo toma.
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Punto uno: ir a la Corte no es “apelación”, sino recurso extraordinario. Ergo, no revisa nuevamente todo el trámite, sino que se basa en algunas cosas muy puntuales. Si no halla ninguna, el recurso se deniega, por no ser materia de la Corte. Tres renglones. Y queda firme la última sentencia. Punto dos (y no se me rían): se supondría que la Corte resuelve las causas conforme van ingresando, aunque existirán excepciones fundadas, tema sobre el cual no estoy empapado, como no sea la absoluta discrecionalidad, lindante con el antojo, que le es propia. Pero en 2022 resolvió más de 20.000 causas. Descuento que la mayoría de ellas serían desestimaciones “in límine”, tres renglones. Hay una legión de secretarios que se ocupan. Por sentencia se resolvieron unas 8.000.
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CFK viene perdiendo por goleada en las instancias anteriores, quizá porque el referí y los jueces de línea juegan para los otros en forma muy ostensible e inocultable, el famoso “lawfare” que ya sufrió Lula y que a la larga -han visto- se revirtió (El juez Moro como avestruz contra el cerco). Ella -CFK- llegó al fin de las instancias ordinarias, formuló recurso extraordinario a la Corte, que se formula ante la propia cámara, y fue denegado. Entonces activa el recurso de queja, por ante la propia Corte. Y bien: si la Corte lo acepta pide el expediente y trata el recurso (tres o cuatro añitos para empezar y como muy poco). Si no lo acepta (por considerar que no es materia de la Corte), allí terminó el viaje. Aquí empieza la nota.
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Cuando NK conformó una nueva Corte me sentí contento de esa corte no-adicta. A mí ya me había volteado la Mayoría Automática de Menem, venía yo con votos favorables hasta que entré en la zona menemista, que hizo mayoría en medio segundo. Lona. Volvamos. Entre esos nuevos miembros elegí a Lorenzetti, abogado que ejercía su profesión en forma liberal. Me pareció que me representaba, que gil he sido. Antes de la Corte ya se había mandado setenta mil cosas en Rafaela, que Clarín se las conoce y cuando no obedece le saca una publicación. Santo remedio. Creo que fue sólo una publicación, y bastó. Hoy es miembro sobresaliente de la peor Corte que haya tenido la nación argentina (según el abogado Ubeira) y, poco pudoroso, ya está recusado por CFK. Ojo, los aprietes de Lorencito vienen de lejos, últimamente por el pliego del juez Lijo. Pero les cuento lo que vi en TV, quizá usted lo vio. Con Novaresio. A ver: el recurso de queja está en la Corte, y CFK coquetea sin decidirse con una candidatura provincial que le traería fueros. That is a question, diría El Cisne del Avon. La Corte siempre está tapada de casos por resolver. Pero nada cuesta sacar el expediente de abajo y ponerlo arriba. Preguntado por los plazos, Lorenzetti con gran dignidad y rezumando razonabilidad explica que -respecto a la queja- “no hay razones para tenerla demorada” (algo así). Ahora, si se hiciese lugar a la queja, “bueno…” entonces se resolvería el planteo de fondo con tiempo. Ya te entendimos, papirri: si mañana te levantás atravesado rechazás la queja y Cristina queda condenada por Casación. Eso significa que “no hay razones para tenerlo demorado” aún cuando tienen montañas de cosas anteriores en el tiempo. “Menazame” decía Minguito.
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El Derecho está subordinado a la Moral. Pero estos aprietes se suceden en un país donde un enfermo de cáncer no recibe los medicamentos a tiempo y muere. Lo cual es homicidio culposo. Mientras tanto a la justicia se le escapa la tortuga, pese a que -pongamos- la SCBA tiene facultades como el “per saltum” (por nombrar una) para focalizar y solucionar el problema. Pero Lorencito está por la política, así de fácil. Y no nos salva ni El Eternauta.