Para “mantener la llama de Malvinas encendida”
Héctor Alberto Cellerino considera que la tarea de los docentes y el rol de las escuelas es clave
Héctor Alberto Cellerino brindó el viernes una charla a alumnos de segundo grado de la Escuela 14. “La maestra es Gisela Príncipe, ella me contactó”, dice en el inicio de una entrevista que se realizó poco después en este diario.
Explica que “a la mayoría de los ex combatientes nos llevó 10 años poder hablar sobre Malvinas. Ya cuando se creó la agrupación que nos nuclea, posteriormente empezamos a dar charlas y siempre que podemos colaboramos con los colegios y con quien te convoque. Cuando son chicos es muy emotivo”.
No formó parte de la primera presentación de ex combatientes de Tres Arroyos, en la Escuela Media, “por razones laborales”. Luego comenzó a tener una participación activa.
En este período del año, por el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas que se conmemora el 2 de abril, “te llaman de las escuelas, se revive una historia de vida que tenemos en las islas. Si bien Malvinas es todo el año, nos sentimos más movilizados por esta fecha”:
Reside en Claromecó, donde dio continuidad a los encuentros con estudiantes. “Me jubile en 2018, nos compramos una casita para estar unos días en Claromecó y unos días en Tres Arroyos. Con la pandemia, decidimos quedarnos definitivamente allá. Luego mi hija Pamela Albertina vino desde La Plata a la casa nuestra en Tres Arroyos, está en buenas manos”, relata. Tiene un hijo, Raúl Alfredo, que está radicado en Bahía Blanca.
Mencionó además que “antes de que me estableciera de manera permanente en la localidad, nos llamaron desde la Escuela 11”. Por entonces, Cellerino llevó la bandera nacional, sus compañeros ex combatientes eran escoltas; “yo jamás había llevado la bandera y me senté, José Luis (Gómez) me retaba, ‘tenés que estar parado’. Yo no sabía”.
Elogia el compromiso de los docentes. “Siempre les agradezco a profesores, profesoras, maestras y a los colegios principalmente, porque mantienen la llama de Malvinas encendida”, destaca.
En la Escuela 14, una nena que vivió en Tierra del Fuego “me mostró que en el guardapolvo del jardín tiene un distintivo de las Malvinas. Yo le dije que sería muy bueno que todos los chicos de Tres Arroyos lo lleven”.
En su casa, no hablaron de lo sucedido en la guerra. “El tema no se tocaba -sostiene-. Por ahí mis viejos se enteraron algo por un comentario o debido a que he hablado con otras personas y ellos estaban presentes. Pero no es algo que nos sentamos en algún momento a hablar”.
Sus hijos “saben más por charlas que he dado, a las que asistieron, que por nuestras conversaciones. Algunas cosas me preguntaron, de la mayoría de lo que pasó se van enterando cuando me escuchan ante los alumnos”.
Al respecto, agrega que “tal vez converso del tema con una persona que no es de la familia y con la familia no lo hago”.
El regreso
Le otorga mucha importancia a la posibilidad de haber viajado a las islas en 2010, con algunos miembros de la agrupación de ex combatientes. “El segundo idioma de muchos habitantes en Malvinas es el castellano. Ibamos caminando por una calle, detrás de un arbusto chicos de seis o siete años nos gritaron argentinos, con claridad”, menciona.
De acuerdo a su mirada, es una experiencia para “ir por única vez y ver donde estuviste. Compartimos el vuelo con Veteranos ingleses, uno manejaba bastante bien el castellano. Nos decía ‘nosotros llevamos una mochila desde hace 28 años -el tiempo transcurrido en ese momento-, la tenemos en la espalda y el único lugar donde dejarla es en las Malvinas”.