Superávit, creer o reventar
Por Enrique Mendiberri
A medida que nos acercamos a las elecciones de medio término en octubre, se hace más difícil aceptar que el superávit alcance para que esta relativa calma que representa la estabilidad, sea suficiente y la economía argentina no colapse.
¿Pero por qué? Si acaso, comparándolo con una economía familiar, la Argentina no gasta más de lo que entra. A pesar que, con mucho sacrificio, decimos no a erogaciones que duelen, pero que, también a simple vista, no forman parte de las prioridades que exigen los números para seguir siendo superavitarios.
En el camino, como siempre, van quedando los jubilados, los enfermos, los discapacitados y todas las almas en pena que la oposición encuentre a su paso para usar de rehén. Cuando en años anteriores, los mismos actores, otorgaron haberes a quienes no habían aportado, solo para mencionar la más visible de las ecuaciones planteadas en el Congreso durante la última sesión de las “leyes deficitarias”.
Los mismos representantes democráticos que el 9 de Julio de 2024 firmaron un compromiso “innegociable” con el superávit fiscal, el 10 de julio del año siguiente, a través de sus legisladores, impulsan leyes que atentan directamente contra su compromiso. Borran con el codo lo que firmaron con la mano.
¿Las excusas? “Es poquito”, “si ya hay superávit, hay que darle a los que menos tienen”, esta última es mi favorita, sobre todo viniendo de gente que se aumentó el sueldo dos veces en lo que va del año y, en la más reciente, ya superan los 9 millones de pesos por mes.
Bastante bien para alguien que no cumple con lo que firma y apuesta al regreso del déficit como alternativa. “Lo pago con inflación”, decía un candidato de 2023 en un programa de tele cuando se le preguntaba sobre deudas difíciles de cumplir.
Pero en fin. Si no es el superávit lo que nos va a salvar de la debacle económica, estaría bueno que propongan algo antes de romper lo que hay.
Por el momento, el Gobierno tiene enfrente una oposición que parece más resentida que dispuesta a resolver algo. Que tiene el caso $Libra para usar a la corrupción como munición gruesa, pero no sabe lo que es un token. Que sólo ve en la picadura del escorpión a la rana una salida de Milei. Pero no comprende, que las redes también informan a la gente y que ésta ya no los tiene como únicos oradores de sus reflexiones.
Cuando el pueblo ve que a la ex presidente y vice del último gobierno le exigen que devuelva 684.000 millones de pesos mientras pasa sus días con arresto domiciliario en un departamento en Monserrat, o que el último presidente también ya está procesado por estafa al erario público cuando ejercía la titularidad del Poder Ejecutivo, mucho no le cuesta entender que, si no es con el superávit, la salida de la crisis económica sería de la mano de presos o procesados.
Entonces, sería bueno que, entre la manada de “salvadores” que a diario portan mensajes de caos bíblico en las distintas redes sociales, al menos propongan a uno que ofrezca un programa alternativo deficitario (o sea lo opuesto a lo que ya hay) y viable al mismo tiempo (por más que suene contradictorio) para ver si debemos seguir remando en esta dirección o hay otra alternativa para analizar.
Más allá de la inexistente cintura política del presidente (siempre dijo que le importa muy poco quedar bien con alguien en especial), ¿existirá otro camino más light para salir de la relativa crisis del consumo (en un universo con record de venta de autos 0 km y transferencia de inmuebles) y el supuesto estancamiento económico? Por el momento, lo único que asoma es seguir aguantando o empezar a volver al pasado. Por eso, hasta el momento, la única ecuación que subsiste es: superávit, creer o reventar.