Un escenario histórico para el agro argentino
Luego de 25 años, el sector agropecuario argentino se encuentra frente a un escenario virtuoso: la eliminación de las retenciones. Este paso histórico no es un hecho aislado, sino el inicio de un proceso mucho más profundo que interpela a todo el sistema fiscal argentino
Por Juan Pablo Borioni*
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El agro ha sido, por décadas, el sector más castigado por una carga tributaria desmesurada. A las retenciones se sumaron impuestos nacionales como el IVA, el impuesto a los débitos y créditos bancarios, Ganancias con alícuotas distorsivas del 35%, gravámenes sobre dividendos y anticipos ejecutados de manera inmediata, además del llamado impuesto cedular. A nivel provincial, la presión incluye Ingresos Brutos, Inmobiliario rural, Sellos en contratos y remates, marcas y señales, e incluso el impuesto a la herencia en sucesiones. En el ámbito municipal, se agregan figuras como la tasa vial y derechos portuarios que no se corresponden con servicios efectivos ni infraestructura. Todo ello bajo la distorsión cambiaria que obliga a liquidar siempre al valor más bajo del dólar, lo que profundiza la inequidad.
A esta carga se suman fenómenos aún más graves: la doble y triple imposición, avalada por la inacción de la justicia, que en la práctica garantiza más fondos “para la corona”. Casos concretos son el cobro indebido de IVA en municipios sobre servicios sanitarios, no previsto en la ley nacional de IVA, o las facturaciones por alumbrado público disfrazadas de concesiones, cuando en realidad se trata de locaciones de servicios u obras. Todos mecanismos que solo agregan costos innecesarios sin contraprestación real, cargando al productor y al ciudadano con obligaciones injustas y distorsivas.
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El resultado ha sido una pesada mochila impositiva que asfixia al productor, desalienta la inversión y posterga la modernización tecnológica que nuestros suelos y sistemas productivos necesitan.
Pero este escenario es histórico también por otra razón: una vez más, son las divisas que genera el campo las que evitarán una crisis mayor y pondrán a la economía en marcha. Es hora de reconocer que la Argentina funciona con el motor del campo y no contra el campo, derribando de una vez por todas ese viejo concepto que demonizó a un sector noble y productivo, base de la riqueza nacional.
La eliminación de retenciones, tanto permanentes como temporarias, debe ser entendida como el punto de partida hacia una revisión integral del sistema fiscal argentino. Es tiempo de construir un pacto fiscal abarcativo, que equilibre las cargas entre Nación, provincias y municipios, y que elimine de raíz los impuestos superpuestos y las distorsiones que nada aportan más que burocracia y costos.
En este contexto, resulta también indispensable liberar al sector del intervencionismo ambiental ideologizado. No se puede gobernar con consignas colectivistas disfrazadas de políticas agroecológicas: se debe gobernar con ciencia, con innovación y con la certeza de que la producción es el único camino para crecer y generar oportunidades.
La Argentina tiene hoy la oportunidad de iniciar una nueva etapa. Un país que reconozca al agro como motor de desarrollo, que libere la capacidad de invertir y producir, y que sustituya la lógica de la presión fiscal y el intervencionismo por la lógica de la equidad, la inversión y la competitividad.
* Abogado del sector agropecuario
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