Claro, y como no podía ser de otra manera, fue en un partido casi que dramático, intenso, cambiante y lleno de goles, porque el 4 a 3 conseguido ante Villa del Parque como visitante, tuvo eso y mucho más, porque ya no está sólo en la parte baja de la tabla (alcanzó a su derrotado), y en los promedios escaló por sobre Olimpo y Garmense, escapándosele un poco más al propio Villa.

La renovación en Quilmes desde la llegada de Omar Espinal y Gustavo Córdoba hizo que, aun siendo visitante, tuviera una propuesta inicial más audaz, además de la fuerte entrega, gran dinámica, orden escalonamiento defensivo y hasta reducido volumen de juego; pero desde la inteligencia y oportunismo salió a jugar en campo de un Villa que pese a poner 5 volantes perdió el mediocampo, quedando Franco solo arriba, y desprotegido.

A los 19’ un centro al área tuvo la anticipación de Daloisio sobre un defensor que le cometió el penal que Aramendi cambió por gol. A los 28’, un fuerte tiro libre de Franco pasó por cerca del arco de Coronel, y en la contra (donde los locales reclamaron una posición adelantada), Sosa terminó poniendo el 2-0 tras una buena jugada colectiva.

En desventaja, Villa se animó un poco más, abrió espacios y a los 45’ Abatedaga metió un remate en el travesaño y de inmediato Coronel debió exigirse ante un cabezazo en contra de su compañero Maximiliano Gómez.

Villa, muy mezquino y envuelto en la presión emociona que le genera su presente, entendió que en desventaja no tenía otra opción que jugársela. Puso otro delantero y mayor intensión ofensiva, así “sacó de esquema” al Cervecero. El descuento de Franco a los 3’ lo reimpulsó, pero un golazo de Daloisio un minuto después bajó ese envión; pero a los 8’ y tras una serie de rebotes, Rodríguez acercó al local que, con otra dinámica, llegó al empate a los 21’ vía penal de Franco, jugada en la cual se fue expulsado Julián en la visita. Pero esta igualdad, en vez de permitirle ser arrollador, hizo que Villa diera un paso atrás y ahí Quilmes respiró y se animó, aún con uno menos. Y en un tiro libre, donde iba con todo, Fernández dominó una pelota y con un tremendo derechazo con cara externa, clavó la pelota en el ángulo de un desesperado Larsen que nada pudo hacer.

Después, Quilmes puso su oficio y pasión para defender el importante triunfo y regalarle a su hinchada una gran alegría esperada por 78 días.