En el living de su casa, Emilia Kazanietz de Fichman contó la trayectoria de la colectividad israeli

Sociales

Cuarta entrega de la propuesta

Los israelitas, el nuevo recorrido de Colectividades

11|10|20 12:08 hs.

La colectividad israelita en nuestra ciudad estuvo desde los principios, integrada por hombres que eran los que estaban presentes en casi todas las expresiones de la cultura, el comercio y la fe. 


El tiempo fue transcurriendo y en nuestra ciudad las familias judías de a poco fueron emigrando hasta llegar a la realidad que nos cuenta una de sus más fieles exponentes, Emilia Kazanietz de Fichman, quien en su casa recibió a La Voz del Pueblo. 

“Parece mentira, cuenta, pero de ser una comunidad en la que los hombres siempre fueron importantes hoy en Tres Arroyos sólo quedamos cuatro mujeres”. 

Su relato nos lleva a los primeros tiempos de la inmigración judía en nuestra región, la que según ella, “todos querían venir porque acá había mucho trabajo”. 

Los abuelos y padres de Emilia son originarios de Ucrania; su padre vino a la Argentina en 1909 y su madre antes de la guerra de 1914.

La Sociedad Israelita y el cementerio 
Emilia recuerda que el primer lugar de vinculación de la colectividad fue la Sociedad Israelita de nuestra ciudad; “en un momento en el que se registraba la mayor concentración de familias judías en la ciudad -unas 60- la fundaron. Fue un 15 de septiembre de 1915, allí funcionaban, además de la sede social, la sinagoga, en el terreno de San Lorenzo y Pringles. La mayoría de los inmigrantes que vinieron a esta zona se dedicaba a comprar y vender frutos del país, ya que en los campos de la zona adquirían cueros, lanas, pieles, sebo, tripas que vendían en las barracas de la ciudad”. 


El recorrido virtual por la Colectividad Israelita


Aquí Emilia Fichman diferencia a los judíos de nuestra región -comerciantes y compradores de frutos del país- con los de otras colonias donde se dedicaban a la actividad agrícola ganadera como en Entre Ríos, La Pampa, Rivera y Carlos Casares, entre otras. 

En tanto en 1930 se comienza a construir y en 1931 se inaugura el Cementerio Israelita, en un terreno cedido por la Municipalidad de manera vitalicia. 


Además en este cementerio hay enterrados muchos judíos, no solo de nuestra ciudad sino de la zona, porque no hay otros en sus lugares de residencia. 

Centro cultural y social
La vida social de los judíos en nuestra ciudad tenía como epicentro a la Sociedad Israelita, “todas las fiestas, como el Año Nuevo, las Pascuas, se llevaban a cabo en ese salón en forma comunitaria. Así también como los cumpleaños, comuniones, bar mizvah (la comunión de los chicos a los 13 años) y numerosos casamientos que surgieron dentro de la colectividad. Se organizó una comisión de damas, un grupo juvenil, otro de deportes y de la tercera edad, un grupo de teatro, hacían picnics. Hasta un partido de fútbol entre árabes y judíos, se fueron todos los mayores, hasta los que no sabían jugar… pero perdimos, los árabes nos ganaron. Pero después de eso fuimos a almorzar todos juntos”, cuenta entre risas. 


En el living de su casa, Emilia Kazanietz de Fichman contó la trayectoria de la colectividad israelita


También contaban con un oficiante religioso permanentemente, “siempre había uno mayor que sabía leer el hebreo -yo lo leo pero no sé lo que leo porque mis padres hablaban castellano o el idish-. En una dependencia de la sinagoga que tenemos allí funcionó una escuela hebrea con un maestro que se radicó en la ciudad para darles un poco de instrucción a los chicos. En los primeros tiempos se enseñaba el idish, un dialecto alemán introducido por gente de Rusia, de Polonia, de Hungría, de Alemania e inmigrantes de Europa Oriental. El hebreo se usaba sólo en la liturgia porque pocos de los mayores sabían el idish. Esto cambió con la creación del Estado de Israel en 1948, que se adoptó el hebreo como idioma oficial pero actualizado, porque en hebreo había palabras que no se conocían como electricidad, tren, avión, pantalón. Un italiano, Moisés Montefiore fue uno de los que ayudó a mejorar el idioma; pero ahora en Israel se hablan tres idiomas, hebreo, árabe e inglés”. 

Emilia reconoce no con pesar que “actualmente muchas familias emigraron a ciudades más grandes por diferentes motivos o por los hijos o la edad quedando nuestra comunidad reducida a un puñado de mujeres. En el futuro, si no quedase nadie habría que ver de manejar a la distancia esta Sociedad Israelita”. 

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Empresas, comercios y familias judías
Emilia Fichman en muchos aspectos tiene mucha memoria y a pesar de haberse hecho una guía escrita comienza a enumerar los diferentes apellidos con sus rubros que hubo en nuestra ciudad de la colectividad israelita.

En el rubro de frutos del país los Kovatinitz, Kovnat, Moldovan, León Kosakevich, Simón Seller, Moisés Suguer, Pedro Sidelnik, “hasta un tío mío, Isidoro Schaiderman, andaba por los campos comprando”. 

También hubo barracas conocidas como la de los Piatigorsky, Radzinsky -en Caseros y Libertad-, Livtak -en Rivadavia 900- que compraban cueros y lanas. 

En el rubro comercial las imprentas Wolfus en 9 de Julio 180 y la de Salomón Roitman, en Colón al 300. 

Distintas mueblerías como La Mascota, de José Zwait en Colón e Hipólito Yrigoyen (hoy Farmacia Argentina); Muebles Grosman de la familia Tomchinsky, en Colón al 300; Rusansky, en Roca al 300. Tiendas y sederías como Don León de la familia Taboh, la de Mauricio Zwait en la primera cuadra de Hipólito Yrigoyen; la de Carlos Schapira, en Lavalle al 200; la de David Iaffe en Estación Vásquez; o la de René Schapira Gelfand en Micaela Cascallares. 

Almacenes como el de Isaac Faigon; Kicillof en la calle Mitre o de el Jacobo Dimante en De la Garma. El Bazar El Chiche de Tuschnaider en Colón al 100.

El Hotel Plaza de Mirkin y Tujendreich; la zinguería y hojalatería de Badian; la farmacia de Raúl Yankelevich en Copetonas; la casa de remates de León Berenstein en Colón y Lavalle (hoy ACA); la casa de fotos de Marguestern en Colón al 300; y una sombrerería de Nechaesky en calle Colón.

Pero además hay comercios que perduraron o se transformaron en clásicos de la ciudad como el Bazar El Premio en Colón y Betolaza (hoy Bazar Las Flores de Teiletche) que tuvo tres dueños sucesivos: Marcos Bereslavky, Boyanovsky y Kovatinitz; la centenaria Confitería La Perla de Miguel Moguilevsky (padre de la actriz María Duval); la fábrica de lavandina de la familia Natenson en Belgrano al 800, el Molino Granisol de la familia Jacobi Davidsohn y por supuesto Casa Fichman, en Chacabuco 254. 

También reconocidos médicos como Bochoeyer, Yukkelson (en Claromecó y Bellocq), Rubin o Samuel Kaplan. Familias Gurevich, Marx, Rosenfelder, Palatinik (gestor) Kovelinsky, Weil, Aisenberg, Pecker, Ploskienos; Vaskoboinik (Copetonas), Golesch, Forell, Saboroff, Strassburguer (comercializaba caballos), Glustrom (camionero), Barim, Jaitin, Oestreicher, Hirsch, Naiflesh, Yernitzky, Elías Nemchim (colchonero), Juan Fabelukes (profesor del Colegio Nacional) o Behrenson (primer director del Colegio Nacional) son algunos de los apellidos que recuerdan la historia de los israelitas en nuestra ciudad muy bien cuidados por la memoria de Emilia Kazanietz de Fichman.