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Con el timón en la brújula (versión 2018)

Por Héctor Darío Rautenberg (*)

En la publicación “Gral. San Martín: un ejemplo de liderazgo” en la página 7 podemos leer un párrafo en el que se menciona que San Martín en muchos momentos de su vida supo aislarse y no perder el rumbo de lo que tenía que hacer. 
Analizando profundamente el texto mencionado, significa que desarrolló la habilidad de controlar sus propias emociones, comportamientos y deseos con el fin de obtener sus objetivos. También puede ser entendido como la capacidad de gestión eficiente del futuro. 
A partir de esta presentación narrativa del liderazgo del general San Martín y su extrapolación al funcionamiento actual de la empresa Pyme en nuestro país y frente al escenario comercial que le toca vivir, es crucial mantener el autocontrol para quien está al frente de la misma, ejecutando una elección entre las opciones o formas para resolver desiguales situaciones que se presentan en diferentes contextos de la manera más correcta posible.
En resumen: una toma de decisiones adecuada.
Autocontrol es tener autodominio para mantener bajo mando las emociones y los impulsos, principalmente los perjudiciales, permaneciendo imperturbable aun en momentos difíciles y sin perder la concentración cuando se es sometido a múltiples tipos de presiones. Es tener iniciativa para actuar sin esperar verse obligado por acontecimientos externos, lo que significa anticipar la acción para procurar evitar severos problemas antes de que se presenten o bien, aprovechar al máximo una oportunidad antes de que sea visible para la competencia. 
Es ser optimista para tener la persistencia de ir tras el objetivo pese a los obstáculos que se presenten, considerando un contratiempo como una circunstancia manejable y factible de superarlo.
Es ser innovador y adaptativo, estar abierto a ideas y enfoques novedosos, siendo flexible para reaccionar ante los cambios necesarios a implementar. 
En estos momentos que las circunstancias cambiantes del mercado pueden llegar a arruinar cualquier estrategia ganadora, es trascendental ser lo suficientemente veloz como para hacer una reprogramación mientras aún se cuenta con los recursos económicos y la fuerza necesaria para poder adaptarse y hacerlo. 

Si bien tener el autocontrol es de suma importancia porque es uno de los componentes del liderazgo efectivo, hoy por hoy es condición necesaria pero no suficiente

Caso contrario se corre el riesgo de sufrir desajustes de funcionamiento en la empresa Pyme. Se torna esencial ser flexible, saber tomar una información nueva, certera, de fuentes confiables, aunque sea dolorosa, sin cerrar los ojos como autodefensa, respondiendo con agilidad. 
La verdad es que ya han disminuido las ventajas competitivas a largo plazo en el horizonte de negocios. Se trata de un mercado a corto plazo que requiere de rapidez y know-how (saber cómo o saber hacer), en resumen: velocidad para aplicar la estrategia adecuada. 
Si bien en este contexto, tener el autocontrol es de suma importancia porque justamente es uno de los componentes del liderazgo efectivo, hoy por hoy es condición necesaria pero no suficiente.
A menos que se complemente con las habilidades y conocimientos para actuar sustentado en valores y principios del liderazgo positivo e integrador, el líder no podrá producir los resultados tangibles necesarios para la creación del éxito organizacional en la empresa Pyme. 
Dichas habilidades pueden definirse en dos roles (de varios) básicos que cada líder debe llevar adelante: ser visionario y estratégico.
El visionario guía el crecimiento individual y el de la empresa Pyme a través de la creación de una visión inspiradora. 
Si bien es importante en todos los niveles de la empresa, el rol del visionario toma distintas formas a medida que el alcance de control del líder se amplía. También es necesario involucrar a todos en el perfeccionamiento de esa visión y compartirla de una manera que promueva el compromiso para alcanzarla.
Si el visionario pregunta: ¿qué?, el estratégico mediante la aplicación de la táctica pregunta: ¿cómo? En el rol del estratégico se aglutinan un conjunto de acciones planificadas y coordinadas sistemáticamente al mismo tiempo a los efectos de lograr su objetivo mediante la aplicación de métodos determinados (táctica). 
El líder se asegura de que los resultados del negocio se logren a través de una gestión eficaz de las tareas y las responsabilidades. Para ser efectivo debe planificar actividades de trabajo que sean alcanzables y desafiantes para los demás integrantes de la empresa Pyme, delegar adecuadamente las tareas, supervisar la ejecución para garantizar que los objetivos de la empresa se cumplan y apoyar a los demás en su rendimiento. 
En un mercado complejo, y cambiante como el actual, la frase que fuera escrita por el General San Martín en el siglo XIX mantiene su vigencia intacta: “para los hombres de coraje se han hecho las empresas”. 

Héctor Darío Rautenberg

(*) Consultor de la Secretaría de Capacitación de la CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa)
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