Ailín Salvai Destain se graduó como ingeniera química con el mejor promedio

 Nacida en Tres Arroyos el 23 de agosto de 1998, su etapa escolar la realizó de manera completa en el colegio Jesús Adolescente, institución de la cual guarda los mejores recuerdos. Con tan solo 23 años de edad, se recibió de ingeniera química y se destacó entre más de 190 graduados por sus altas notas a lo largo de su recorrido académico. Su rostro de felicidad al igual que el de su familia, lo dicen todo en las imágenes de esta nota. Y no es para menos, porque luego de tantos años de esfuerzo y dedicación, llegó a lo que se propuso. Un objetivo que siempre tuvo en claro desde el vamos. Los resultados, están a la vista y hablan por sí solos. 

Emocionada por haber concluido una etapa importante en su vida, contó a La Voz del Pueblo que la decisión de estudiar esta carrera tuvo que ver con las materias que más le gustaban en la secundaria. «Después me fui dando cuenta de que lo que elegí era nada que ver a lo que había pensado, pero cada día me atraía más. En un momento se me cruzó por la cabeza ser contadora y cuando en el colegio –recuerdo- nos dividieron en sociales y naturales, elegí el espacio de naturales. Allí comencé a tener más carga horaria de física, matemática y química. Me encantaban esas materias y por eso es que me incliné por estudiar ingeniería química”. 

 Su historia se inició en Bahía Blanca, en 2017. “Hice todo al día, me recibí en diciembre del año pasado y el diploma siempre tarda un poco en llegar, por cuestiones administrativas -nada fuera de lo normal-. Mi título llegó recién ahora y soy feliz. Todavía me cuesta creerlo. Ahora, a ponerlo en cuadro y a colgarlo (risas). Es una satisfacción enorme para mí y es lo que me hace caer a la realidad, es la prueba física de entender que soy ingeniera”, se sinceró. 

Sobre el logro alcanzado que le posibilitó obtener el mejor promedio de 9,59 y ser reconocida entre varios graduados, Ailín Salvai Destain manifestó que “para mucha gente el promedio es un número más, pero para mí no es tan así. Creo que es donde queda plasmado todo el esfuerzo, la dedicación y la constancia que uno le pone a lo que hace para cumplir su sueño. Esas cuestiones quedan forjadas más allá del título y demuestran las ganas que le puse”. 

 Al ser consultada sobre su partida de Tres Arroyos al momento de irse a estudiar a una ciudad grande como Bahía Blanca, dijo que “mientras estás en el colegio en el último año y pensando en seguir algo a futuro, sabe que por allí puede pasar que tal vez tenga que irse a afuera. Una vez que tomé esa decisión porque lo mío estaba ahí, opté por Bahía Blanca porque tengo familia y es el punto más cercano con mi ciudad natal. Como hija mayor, entiendo que fue un poco difícil para mis padres esa ida, pero gracias a Dios me adapté muy bien y pude hacer mi camino, con el apoyo de mi familia y mis compañeros que fueron los pilares elementales en todo esto”. 

 Pasión y apoyo 

Como no podía ser de otra manera, se definió como una gran apasionada por lo que eligió ser. “Me gustaron todas las materias, no lo puedo negar. Al principio fue todo un poco más general y a medida que pude ir avanzando, cada vez me empezó a interesar más todo. Cerré con un gran promedio y tuve un reconocimiento especial. Fue muy emotivo para mí y entiendo que cuando se quiere, se puede”, valoró con énfasis. 

Para lograr el título, tuvo que aprobar un total de 33 materias de las cuales una, fue una pasantía. En este sentido, explicó que “es una práctica profesional supervisada más específicamente. Las otras 32, tuve la suerte de que sean todas promocionables y pude promocionarlas. No rendí ningún final”.

La última materia que rindió fue proyecto final de carrera, un espacio en el que se trabaja en grupo de a diez personas, el cual consiste en desarrollar un plan para la instalación de un proceso productivo. “Estuvo muy buena porque ahí integramos todos los conceptos que vimos a lo largo de la carrera y llevarlo a la práctica, fue fantástico. Nos fue muy bien y salió un proyecto muy lindo, cerramos con un 10 de nota”, recordó con alegría. 

Asimismo, reconoció el excelente trato y relación que tuvo con todos los profesores que siempre estuvieron ahí, firmes al pié del cañón. “Estoy muy agradecida con todos ellos y con la UNS, me queda un gran recuerdo. El contacto permanente con los docentes siempre estará”. 

 La familia 

Alguien que festejó tanto como ella este logro, sin dudas fueron su familia y sus amigos. “Están orgullosos y eso me da tranquilidad. Siempre mi meta fue recibirme, con un buen desempeño académico. Es una etapa cerrada, aunque todavía me cuesta un poco caer: por ahí me preguntan qué estudio y respondo: ingeniería química, y luego caigo y digo no, ya me recibí (risas). Me cuesta asimilarlo, será cuestión de tiempo. Se pasó muy rápido todo, es la verdad. Pude disfrutarlo al máximo”, indicó. 

“Quiero agradecer a mi familia porque sin el apoyo de ellos, hubiera sido imposible recibirme. Siempre me dieron todas las facilidades para poder disfrutar esta etapa. También agradezco al colegio Jesús Adolescente que por la formación que me dio durante tantos años, fue una gran base para luego poder acudir a la UNS y no sentir tanto el cambio. Creo que eso fue clave para que me pueda ir bien. Una vez que supe ir generando un buen promedio, lo quise mantener. A eso apunté. Soy quien soy gracias a todos ellos”, subrayó. 

Por último, adelantó que su próximo destino podría llegar a ser Buenos Aires, ya que existiría alguna posibilidad laboral. Pese a ello, hizo hincapié en que “siempre está en vistas -a largo plazo- volver a Tres Arroyos. Soy consciente de que tengo un gran futuro por delante y ya habrá momento para analizar las ofertas laborales que puedan ir surgiendo”, concluyó Ailín Salvai Destain.