| Secciones
| Clasificados
Tres Arroyos, JUEVES 02.05.2024
// 15.1 °C
DÓLAR HOY: $863 | $921
DÓLAR BLUE: $1018 | $1048

La culpa… ese sentimiento

«Me cuesta mucho decir que no… como te explico… si alguien me pide algo y no tengo tiempo de hacerlo, dejo mis cosas personales y de alguna manera hago lo que me piden… sino después me atormenta la culpa».

«Me encantaría decirle a mis hijos que en ese horario no puedo cuidar a mis nietos porque tengo que reunirme con mis amigas… pero no puedo, entonces dejo la reunión para otro día… si no hago eso, la culpa es más fuerte».

Estos podrían ser algunos comentarios que se escuchan a diario y podríamos seguir enumerando. Cuando hablamos de culpa y lo que nos hace sentir, todos podríamos aportar ejemplos similares.

Pero, ¿de dónde proviene este sentimiento? ¿Cómo aparece en nosotros?… y ¿es tan malo como nos parece?

La culpa es un sentimiento doloroso, puede llegar a ser inmovilizante o destructivo y aparecer en cualquier momento de nuestras vidas. Proviene generalmente de la familia, la sociedad y/o la religión, que consciente o inconscientemente nos enseña a sentirnos de esta manera por pensar o actuar de una manera determinada.

Casi todos hemos escuchado alguna vez la siguiente frase: «¿no te da vergüenza lo que estás haciendo?». Nuestra conciencia moral se forma en nuestra infancia en la relación afectiva con nuestros padres, y puede llegar a ser determinante en cuanto a la forma en que la culpa actuará en nosotros.

Se podría presentar cuando sentimos que hemos ocasionado un daño a otra persona, por ejemplo, cuando decidimos abandonar una relación, o no cumplir con los mandatos sociales y familiares, al no poder decir no, o quizás por sentirnos felices y percibir que alguien de nuestro entorno no lo es.

Sentimos culpa cuando rompemos o creemos haber roto ciertas normas personales o sociales. Hicimos algo que pensamos no deberíamos haber hecho, o no hicimos algo que creíamos tener que hacer.

Es un sentimiento que solemos asociar con algo negativo, pero podríamos decir que también tiene su lado positivo, ya que nos permite adaptarnos socialmente generando cierta empatía por los demás y de esta manera evitar que provoquemos un daño físico o psicológico.

En su cara negativa, este sentimiento puede generar un desequilibrio en la percepción y por ende, nos sentimos culpables de cosas de las cuales no somos responsables, un claro ejemplo es la presencia de este sentimiento en algunos niños cuyos padres se han separado, en ocasiones suelen sentirse culpables de este hecho.

No es infrecuente ver personas que autoreprimen su sexualidad, porque la perciben como sucia, pecaminosa, inaceptable, y sienten ante ella una culpa confundida con vergüenza. Quienes sienten que han fracasado en la vida por no haber llegado a una meta o estatus social, por no haber cumplido las expectativas familiares, incluso quien se siente culpable por tener éxito si quienes le rodean no lo tienen. Todo ello afecta negativamente en la autoestima y el estado de ánimo.

La culpa psicológica no necesita ser grave y a veces ni siquiera real. Muchas veces se siente culpa sin haber cometido delito o falta alguna, basta con que el sentimiento o la acción estén en contradicción con lo que la persona considera correcto. La culpa, en este contexto, es el dolor psíquico que se impone el individuo por haber traicionado al otro y por poner en riesgo su amor. Podemos afirmar entonces, que está fuertemente relacionada con la aprobación externa.

La mayoría de las personas que experimentan constantemente este sentimiento, tienen una baja autoestima. No se creen merecedores del amor o de las gratificaciones que le brinda la vida, y ante el más mínimo error, se juzgan negativamente. En el otro extremo, se encuentran las personas perfeccionistas -que también resultan culposas- y para las cuales cualquier error es una buena excusa para auto reprocharse y criticarse constantemente.

Otro aspecto esencial para comprender la culpa es la ruptura que ésta representa en nuestro sistema de valores. En otras palabras, experimentamos estos sentimientos cuando hacemos algo que se aleja de los valores que hemos asumido como justos y positivos. La sentimos cuando nuestro comportamiento no cumple con nuestros cánones y, por ende, nos recriminamos.

Estos valores son principios que orientan la conducta y sin ellos la vida no es posible, pero si los aplicamos rígidamente, sin la suficiente flexibilidad, nos pueden hacer la vida difícil.

Estas personas tienen en común un pensamiento rígido y polarizado. Es decir, aprecian el mundo en blanco y negro: las cosas o son buenas o son malas, o están bien o están mal, son prácticamente incapaces de analizar los aspectos positivos y negativos de una situación ya que tienden a mover la balanza en un solo sentido.

Finalmente, podríamos afirmar, que ante la presencia de este sentimiento de culpabilidad, deberíamos intentar convertirlo en una señal, tener momentos de reflexión y un diálogo interno que nos lleve a conocer aquellas acciones o pensamientos que nos producen culpa, aceptar los errores y poder percibirlos como una oportunidad de aprendizaje.

Tengamos en claro que es una atadura al pasado, es como sentirse encadenado de por vida y esto nos puede provocar una calidad de vida deficitaria y afectando nuestra relación con los demás, y sobre todo con nosotros mismos.

(*) La autora es licenciada en Psicología (M.P.: 40256)

[email protected]. En Face: Licenciada Claudia Eugenia Torres

COMENTARIOS

NOTICIAS MÁS LEÍDAS

OPINIÓN

COMENTARIOS
TE PUEDE INTERESAR