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Tres Arroyos, VIERNES 17.05.2024
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Somos los primeros que tenemos que ser misioneros

Por Juan Berretta

 

Roberto Buckle llegó hace pocos días a Tres Arroyos para reemplazar a Guillermo Fanelli como cura de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen. Son tiempos de empezar a conocer a la comunidad y de dar los primeros pasos en una ciudad que -admite- conocía muy poco, por algunas visitas puntuales en una tarea misionera en el Barrio Olimpo.

El viernes visitó la redacción de LA VOZ DEL PUEBLO y compartió sus primeras impresiones en esta nueva etapa, así como hizo referencia a su formación sacerdotal y al origen de la vocación sacerdotal.

 

– Usted proviene de la Parroquia Santa Teresita de Bahía Blanca ¿cuando tiempo trabajó allí y cuáles fueron sus anteriores experiencias?

– Durante 17 años me desempeñé en esa comunidad parroquial, antes había estado cuatro años en Coronel Suárez, ni bien me ordenaron sacerdote. Para mi fue una alegría cuando el obispo me llamó para decirme que me enviaba como párroco de Tres Arroyos; es una ciudad que francamente conocía muy poco.

Soy del campo, de la zona de Puán, de Darregueira, nací en un pueblito muy chiquito que se llama Felipe Solá. Es donde viví hasta que después fuimos con mi hermano a Bahía Blanca para estudiar.

 

– ¿Qué referencias tenía de Tres Arroyos?

– La impresión que tenía es porque había venido dos años, quince días en el verano, con los seminaristas de misión al Barrio Olimpo.

Hace muy poquito que estoy, no llega a dos semanas y realmente veo una comunidad activa, bien dispuesta, muy unida, con matrimonios, personas grandes, niños, jóvenes, eso da mucho entusiasmo.

 

– ¿Cómo fue la transición con el padre Guillermo? ¿Tuvieron la oportunidad de reunirse?

– Una de las cosas que me tuvo feliz desde el principio es que venía a continuar la tarea de Guillermo y la otra, es que Pedro se queda acá. Es muy difícil llegar y quedarse solo en un lugar donde todavía uno no se ha hecho a la comunidad. Pero Pedro me va acompañando, me va abriendo caminos, presentando gente.

Me reuní con el padre Guillermo durante dos días, admiro su forma de ser por la calidad personal que tiene, posee muchas virtudes y algunas que son particulares.

Nuestra diócesis es muy grande, aunque somos pocos sacerdotes. Guillermo es una persona que genera unidad, comunión, que siempre está atento al enfermo o al que hace rato no ve, siempre pregunta, es una de las virtudes de él. Además se detiene no en las cosas o los proyectos sino en la persona que tiene adelante.

Aporta a la unidad y lo hizo en Tres Arroyos. Lo veo en el centro y en las capillas de los barrios, todos se sienten parte de todo. Me entusiasmó mucho saber que venía a continuar la obra de Guillermo.

 

– ¿Es muy difícil el cambio y la adaptación?

– Desde el punto de vista sacerdotal siempre los cambios cuestan, me imagino que a Guillermo también le debe haber costado dejar el lugar que hasta el momento es de uno. Eso es lo inicial, para nosotros los sacerdotes el tema misionero es muy importante, incluso impulsamos a los laicos a que salgan de su lugar y vayan a otro a llevar la palabra de Dios.

Somos nosotros los primeros que tenemos que ser misioneros, por eso están los cambios en la iglesia, para que no nos instalemos; te obliga a repensar, a volver a construir. El lugar al que llegás nunca es igual que al que te fuiste.

 

– Más allá de las diferencias, un factor común son los sectores menos favorecidos, la pobreza y la necesidad también de fortalecer a los adolescentes o jóvenes

– Guillermo ha tenido unos puntos muy fuertes que han sido la atención de todos y es importante mantenerlo. Hay personas más desfavorecidas, un drama humano grande por la vulnerabilidad de los jóvenes ante las drogas, a la violencia, y de tantas familias frente a la pobreza. Es una preocupación en todos lados para la Iglesia.

 

– ¿Ya tuvo los primeros contactos con los distintos grupos del ámbito de la Parroquia?

– Gracias a Dios de a poquito los voy conociendo. Son muchos, no he llegado a reunirme con todos. Con quienes me reuní encontré gente comprometida con la realidad, eso me encantó.

 

– El grupo de jóvenes misioneros Karol de Coronel Pringles sembró una semilla en esta ciudad y generó inquietudes en sus pares ¿Se podrá avanzar a nivel local en este aspecto?

– Quiera Dios. Tenemos un lindo grupo de jóvenes en la ciudad en general, en la Parroquia, en el colegio de padres, en la Parroquia de Luján también. La comunidad católica es activa en Tres Arroyos y sería lindo que surgiese una tarea similar. Ya hay inquietudes misioneras y chicos que se han ido con el grupo Karol, pero resultaría muy valioso que eso se potenciara.

 

– ¿En qué ciudad obtuvo la formación teológica?

– En el seminario de La Plata. La primera parte de la formación sacerdotal, que es la filosofía, la hice en Azul y la segunda parte en La Plata.

 

– ¿Cómo fue el origen, el nacimiento de su vocación? ¿Cuando empezó a sentir la convicción de seguir este camino?

– Surgió cuando tenía 14 años, todavía estaba en mi pueblito, por la visita de un padre misionero y por la visita de un hermano al colegio.

En aquel momento mis padres me aconsejaron bien que no ingresara. Después transcurrió la vida juvenil, la expectativa de la universidad, lo que le pasa a un chico de 17 ó 18 años. Hasta no quería saber nada de acercarme a un sacerdote porque en realidad, yo tenía la convicción de que había sentido este llamado muy adentro, como lo quería negar. Iba a misa pero no charlaba después con el sacerdote. Hasta que después este Señor que es tan bueno y tan paciente con nosotros volvió a insistirme y luego del tercer año de la universidad ingresé al seminario y gracias a Dios he vivido siempre muy feliz. Es una vocación que abraza a tanta gente que uno siempre tiene motivos de alegrías o de tristezas, pero en el fondo del corazón siempre hay una gran alegría.

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