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Familiares, amigos y vecinos de Diego Espinosa elevaron el tono de su primer reclamo tras la tragedia vial que ayer cumplió un mes. Dos días después de la traumática muerte del joven motociclista ya pidieron por medidas de seguridad vial para ese sector de la ciudad, y recibieron del intendente Carlos Sánchez la promesa de colocar «en 15 días» reductores de velocidad y carteles.
Sólo se cumplió -y a medias- con la colocación de carteles. Fueron dos y de tamaño pequeño, uno de los cuales se encuentra frente a la ex Escuela Virgen de la Carreta, que en la actualidad lleva la denominación de Escuela N°56.
Que haya transcurrido un mes y el intendente -o sus colaboradores- no se hayan acercado a dar explicaciones de las demoras en concretar las obras, no hizo más que contribuir al malestar que de por sí genera la muerte evitable de un ser querido.
Ayer esperaban por el intendente Carlos Sánchez. «Que venga a dar la cara», pidieron. Y rezongaron al afirmar que «no queremos que venga Panchito Aramberri».
La falta de respuestas hizo que decidieran elevar el grado de la protesta. Después de haber consolidado -y reiterado- el piquete sobre avenidas Alem y Güemes, hicieron otro. En este caso al borde de las cuatro avenidas, sobre el monumento del avión que recuerda al héroe de guerra teniente primero Héctor Ricardo Volponi. A este ritmo no sorprendería uno próximo a metros del Palacio Municipal.
En la primera parte de la manifestación, no hubo presencia policial y tampoco de Prevención Ciudadana. La situación cambió cuando se produjo el traslado hacia la zona del avión.
La bronca crece
La bronca que crece entre los vecinos que rodean la avenida Alem entre Güemes y Aníbal Ponce es proporcional al grado en que van exteriorizando su malestar por no recibir de parte del gobierno municipal «las obras» para mejorar la seguridad vial. Esas obras no son más que reductores de velocidad y carteles como la gente que adviertan sobre las velocidades permitidas y la existencia de una institución educativa.
Y si los tiempos no dan para cristalizar las promesas, no está de más el diálogo y la presencia del funcionario que se comprometió a dar una respuesta para fundamentar las razones de una demora, si es que existe una explicación razonable.
La respuesta de ayer la dio quien no querían ver. A las 16, y debajo del avión, Panchito Aramberri volvió a llevar las mismas promesas que el intendente -al día de hoy- no cumplió.
Desconocer a los vecinos que reclaman -como el tono en el que lo hacen- arrojando piedras contra vehículos (violencia injustificable) que intenten cruzar por la intersección de las avenidas tomadas, pone en riesgo potencialmente a la seguridad pública de una mayor cantidad de tresarroyenses que están desconociendo que la sola colocación de reductores de velocidad y carteles son la diferencia para poder evitar un mal mayor.
