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Tres Arroyos, MIÉRCOLES 01.05.2024
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«Esta siempre va a ser mi casa»

Las vallas en la esquina de Suipacha y Falucho anuncian los preparativos para el recital de La Beriso. Todavía es muy temprano, sin embargo algunos fans ya están esperando para poder hacer la fila que los deje bien cerca del escenario.

En la puerta de ingreso del primer portón del Gigante de Huracán, LA VOZ DEL PUEBLO se anuncia: «Gastón Domínguez me espera». De una combi estacionada justo a la salida de ese ingreso inesperadamente se baja un chico alto, muy delgado, con una barba singular, bien rockera, campera de cuero negra, lentes metálicos sobre la cabeza, una buena cantidad de anillos y pulseras, mochila al hombro…

Luego de pronunciar mi nombre me da un abrazo fraternal, como si el sólo hecho de ser coterráneos nos hermanara, y marca el clima que tendría la nota y el encuentro.

Todo está en construcción, el escenario, la escenografía, los decorados, los instrumentos, gente que va y viene muy organizados, pero sobre todo alegres. La buena onda se percibe ni bien Tonga ingresa al estadio con este diario.

La «hinchada» del tresarroyense no espera para vivar, corear el sobrenombre de Gastón, aplaudirlo y tirar frases como: «¡Grande Tonga, vamos Tonga!». Sin embargo la vergüenza se apoderaba de él que sonreía un poco tímido y otro poco nervioso.

En las gradas de la tribuna que da a la calle Falucho, nos sentamos a conversar, de frente los muchachos del equipo siguen con su tarea de armado. Pero ni bien se enciende el grabador el «coro» que tira cables y organiza todo sobre el escenario comienza a cantar: «Tonga, Tonga», entonados, armónicos, un pogo personal, para el amigo que «jugaba de local».

 

De acá

Gastón «Tonga» Domínguez nació y vivió en Tacuarí al 300, lugar donde todavía reside su familia, que está formada por sus viejos, sus hermanas mellizas y «el resto que está en Buenos Aires y un hermano en Colombia… Somos un montón. Yo nací acá y siempre estuve acá», reafirma. Está claro que Tres Arroyos no sólo es su lugar de origen, también su identidad, algo que lo pone orgulloso.

De la infancia extraña los momentos de juego y diversión de la niñez, las jornadas en la Escuela Nº 29 a pocas cuadras de su casa. En cuanto a sus estudios dice: «Empecé un montón de veces el secundario, pero por cuestiones de laburo siempre lo dejé».

Recuerda muy bien a todos sus vecinos, compañeros de clase y por supuesto a sus «amigos de toda la vida». Tonga tiene una enorme visión fotográfica por lo que ese mismo día de la entrevista, unas horas antes, almorzaba en el Club Costa Sud y se cruzó con una ex compañera de la escuela y otro chico que no lo reconocieron, sin embargo él sí lo hizo, por lo que la alegría del reencuentro fue emocionante.

«No puedo venir muy seguido a Tres Arroyos, para las fiestas especialmente, el año pasado las pasé con mi hijo Gael de 9 años. Acá están todos mis amigos de la infancia, mi familia», cuenta. También recuerda que en algún momento tuvo cierta cercanía con la movida rockera, «con los chicos de toda la vida teníamos una banda y esa era mi experiencia de toda la vida con la música. Tengo muchos recuerdos que salen a la luz, extraño cuando éramos chicos y con mi familia, la mejor onda. Soy muy familiero, siempre estoy en contacto, por eso ahora me vine unos días antes porque ayer (por el jueves) fue el cumple de mi vieja. Para ella fue un acontecimiento que estuviera».

 

Encontrarse

En su búsqueda de algo diferente, un día, después de haber trabajado en muchos oficios y haber hecho «de todo desde muy chico», pensó que quería otra cosa, entonces se fue a vivir a Tandil a la casa de una tía y allí, «laburé un año». En 2005 se propuso ir al sur y partió hacia Neuquén a dedo. Es en esa ciudad que conoce a la mamá de su hijo Gael y forma su familia en el sur. Luego decidió viajar a Buenos Aires y quedarse a vivir en la capital. Es en aquel momento que conoce a «los chicos de la banda».

Se podría decir que el grupo Almafuerte unió en un fuerte y hermoso lazo de amistad a Tonga y a Ezequiel Bolli, bajista de La Beriso. El joven tresarroyense trabajaba en una oficina haciendo mantenimiento y el músico en la administración del mismo lugar. «Pegamos muy buena onda con el loco», dice.

En noviembre se cumplirán nueve años de sus primeros pasos dentro de la banda, desde que Bolli lo vio con una remera de Almafuerte y como ambos escuchan heavy metal, la estampa en la «pilcha» de Tonga fue la excusa para empezar a hablar de música. «Nos hicimos muy amigos, un día me dijo que tenía una banda y me invitó a formar parte y ahí arranque. Soy multifacético estoy un poquito en cada lado, estoy al lado de los músicos, del manager en la producción, en cualquier hueco estoy ahí».

Y agrega: «Recorro con ellos todo el país, estoy más que agradecido por todo, por este trabajo. Puedo decir que esto es lo que me encanta, soy un músico frustrado (se ríe y agacha la cabeza en señal de vergüenza), agarro la guitarra y nada, pero en esto parece que sirvo», dice y vuelve a soltar una carcajada ante la atenta mirada de sus compañeros que esperan el momento justo para nuevamente corear su nombre.

Tonga disfruta del momento que vive: «Me gusta mucho el grupo, que es muy humano, somos muy amigos y muy compañeros. Viajamos todos juntos, nos reímos todos juntos, somos una gran familia que vamos a todos lados juntos».

Con humildad destaca que «todos los días tenés algo para aprender, es muy loco… Cuando arranqué no llevaban tanta gente y ahora ver que llenan un estadio de River o que el 2 de diciembre hacemos por segunda vez el Estadio Unico de La Plata o que tocaron en España y en México… Estoy muy agradecido de estar con ellos, los fui viendo crecer».

 

En casa

«Hoy estoy en casa, mi familia -que somos un montón- va a venir entera a ver el recital», expresa Tonga señalando el Gigante que se unas horas después se convertiría en la mejor platea que los fanáticos de la banda podrían tener. Antes de la despedida, Tonga mira y dice: «Muchas gracias, no me animaba a hacer una nota, me daba un poco de vergüenza».

Sentado en los peldaños de la grada que mira frente a la calle Mitre, relajado, con la mochila entre las pierna y la sonrisa algunas veces nerviosa, otras más efusiva y muchas bien franca, Tonga reflexiona: «Del lugar donde naciste no se lleva nunca nada, siempre queda acá. Vuelvo y es mi casa, lo que vas haciendo durante la vida es nuevo, pero lo que dejaste no te lo llevas a ningún lado, siempre queda acá. Disfruto mucho cuando estoy con mi vieja, aunque ella me reta y me dice que cuando estoy me voy con mis amigos. Pero de eso disfruto mucho, me encanta estar con ellos que son mi grupo desde chicos».

Entonces Gastón vuelve con sus recuerdos y orgulloso cuenta que un par de sus amigos vendrán a ver el show y después, «nos vamos a encontrar, hay muchos que están acá y un par en otros lados. Ceferino Damián es un amigo de toda la vida involucrado en la música, Leonardo Garrido, Diego Couso, hay un montón de queridos amigos con los que me veo siempre».

Con la mirada puesta un rato sobre el escenario, otro tiempo en el vacío de la tarde que se poblaba de más luces, más sonidos, más público, Tonga dice: «Hoy me siento en casa, la juego de local y quizá voy a ver un montón de gente que conozco, eso me hace muy feliz».

Ezequiel Bolli le dijo a LA VOZ DEL PUEBLO que venían con el hijo pródigo, sin embrago, La Beriso trajo al hijo de Tres Arroyos que ama su lugar, cree en la amistad para toda la vida y siente que puede volver siempre, porque todo está acá, lo que es, lo que será.

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