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Tres Arroyos, DOMINGO 12.05.2024
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Excrementos

Imaginemos a nuestros abuelos comiendo excremento. 

¡¿Cómo nuestros padres?! Los padres de nuestros padres, nuestros abuelitos. Los que nos llevaban a la plaza, nos malcriaban, nos mostraban la vida que nuestros padres todavía temían mostrarnos. Ellos. Ellos comen excrementos en un geriátrico de la ciudad. 
Así golpean las noticias al inconsciente colectivo. Así, una palabra tiene más peso que toda una historia. 
Por eso, la imagen, desoladora y propia de una serie de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto judío, no tardó en sacudir al país entero. 
Otra vez Tres Arroyos en el centro de la escena y por un caso no menos asqueroso que los antecedentes por los que no es la primera vez que dirige hacia él todas las miradas del país.
Y tuvo que ser así. De la mano de una combinación extrema, casi apocalíptica, como «abuelos alimentados con excrementos», que, de repente, todos nos acordamos de ese par de centenares de viejitos de Tres Arroyos que van a parar a cualquier lado cuando algún factor hace imposible el cuidado de la familia. 
Hoy, todos se acordaron de los viejitos desamparados de Tres Arroyos a raíz del uso de un término cuyo significado es el único acerca del que la Justicia, según el doctor Marcelo Valderrey, el instructor que le sigue la causa al fiscal Lemble, no tiene elementos y cree difícil hallarlos, para probar su verdad. 
No obstante, aparecieron un montón de otras falencias que, por sí solas, no le habrían movido un pelo más de la cuenta a ningún funcionario, ni siquiera, a sabiendas de que, en el mismo pueblo de los jubilados que comen excrementos, reina la ilegalidad entre los improvisados geriátricos donde los menos pudientes están condenados al abandono del Estado y la sociedad. 
 Jorge Enrique Mendiberri 
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