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Preocupante gatopardismo oficial

Escribe Esteban Ernesto Marranghello

En 40 días el país se sumerge en el desconcierto frente a un Gobierno que continúa con la adopción de medidas para imponer su impronta económica, cuya implementación castiga el presente de importantes sectores de la sociedad, lamentablemente los más necesitados y desprotegidos, cuyo incierto futuro, no es un buen estado de tranquilidad social y estabilidad política. 

Cuando señalo estabilidad, no me refiero a comprometer la estabilidad institucional, que es otra cosa y no debe confundirse. Estoy refiriéndome al final de la primavera no muy cálida del gradualismo y la decisión del ajuste sin antifaz, que al final llega con la crudeza de las reglas de una estructura financiera, dueña del dinero que se fue a buscar. 
Es lo mismo FMI, Banco Mundial o banca privada, cuyas recetas y exigencias no responden a reclamos sociales o necesidades poblacionales insatisfechas, sólo exponen sus propias reglas de ortodoxia operativa. 
Toda la culpa no es de estos organismos del poder financiero, se saben lo que son y cómo actúan. Ellos también conocen cómo los gobiernos argentinos dilapidaron, y lo siguen haciendo, las condiciones naturales de recursos del país, sumando incompetencia y corrupción en su accionar colectivo: políticos, empresarios, sindicalistas, organismos bancarios y financieros, a través de la ineptitud de gestión y de cuestionables conductas públicas y privadas. 
También conocen el tipo de sociedad que opera estos instrumentos, una sociedad con mucha pérdida de identidad nacional y en permanente búsqueda de encontrar culpa en los demás de los gruesos errores que son la base del fracaso instalado hace mucho tiempo. 
Se elige el populismo a la verdad, se disfraza la realidad buscando las soluciones en recetas que agreden la libertad como país. 
Un país humanamente confundido y políticamente huérfano de líderes que sepan programar un futuro e incapaces de interpretar con realidad el preocupante presente que transitamos. El Gobierno que supimos conseguir, inmerso en la mayor impopularidad desde el inicio de su gestión, resuelve otro “borrón y cuenta nueva”. Y van… 
Casi todos los pronósticos le resultaron fallidos, algunos más que otros. O son necesarios los detalles, los títulos alcanzan: inflación, deuda externa, educación, desempleo, salud, jubilados, justicia, producción Pyme, situación laboral sindical, dólar, transparencia.

Combo preocupante 
Es este un combo que presenta una realidad preocupante en varios aspectos. Su alianza política deteriorada por lógicas divergencias y reparos, en una actualidad no muy favorable, agravada por la mala idea estratégica de lanzar sobre la opinión pública el debate por la despenalización del aborto. 
No es que el tema no lo amerite, puede ser un debate necesario, pero el momento, lo expresamos en notas anteriores, no parecía políticamente conveniente. La confrontación se le escapó de las manos y provocó conflictos más graves de lo esperado. Este tema no está para nada terminado como muchos creen con ingenuidad, viene un enfrentamiento mucho más fuerte y determinante, donde la Iglesia va a jugar mucho más fuerte y activa y no sólo la católica. 
Los que más arriesgan en este panorama político son el Gobierno en general y el presidente en particular. 
Lo dejamos aquí, porque se debe esperar el desenlace final y entonces dedicarle el merecido espacio.
  
El costo de la cima 
El señor presidente ha decidido ubicarse en la cima del ajuste, con el derecho legítimo que le asiste por su envergadura constitucional y el poder obtenido en las urnas. Asuma la responsabilidad de su decisión. De la cima no hay regreso sin consecuencia. 
El PRO debe prepararse, como corresponde, a construir el “ala delta”, para evitar, si no resulta bien la decisión, el duro costo político, no su estabilidad como gobernante. Las estrategias se van a entrecruzar. 
El Gobierno instaló en su momento la carrera electoral, convencido en la oportunidad en que lo hizo, que la reelección era un trámite. La realidad y cierta impericia política provocaron un cambio, que no refleja hoy esa situación. Se deben defender muchos frentes que complican el presente y el futuro.
Financieros de caja: desmantelamiento de las LEBAC, 530.000 millones de pesos, de los cuales renovó el 60%, con un interés fuera de la lógica de los mercados normales, 47%. 
Los futuros aumentos tarifarios, una inflación estimada para el corriente año del 30%, pobreza, desempleo, jubilados arrinconados por la pérdida de poder adquisitivo, preocupación de sectores rurales por el futuro de las retenciones. La necesidad de ingresos fiscales para mantener la tasa de crecimiento, pese al ajuste. 
El recorte de la obra pública para achicar el gasto exigido por el FMI, lo que traerá un enfrentamiento político con los gobernadores, aún, con los que hasta ahora conversaban y apoyaban decisiones del gobierno nacional. 
Un frente que promete el rechazo de los gremios en general y de la CGT en particular, del convenio con el FMI. Después del 25% de aumento a camioneros se van a calentar las paritarias.  
La comodidad de la oposición
A esto debe sumarse el fuerte reclamo de la Iglesia por el alto índice de la pobreza, que será motivo de análisis en Mar del Plata el presente fin de semana, con participación de la CGT, invitada a las deliberaciones. Asimismo con un paro decretado para el próximo lunes sin concentración de gente.
La oposición aceptó el reto de la campaña electoral, no le queda otra. El peronismo considera que la oposición no es la que debe mantener la gobernabilidad, que es responsabilidad de los que ganaron la elección. La oposición es responsable por acompañar la gobernabilidad y en eso consideran que cumplieron. 
Está más cómoda que el oficialismo.
Con lentitud, pero sin pausa, comienza sus acciones de unificación, todavía bastante lejana ya que la cosa no es nada fácil, aunque estima que tiene tiempo y lo mejor es esperar el desenvolvimiento gubernamental. 
Nada puede decirse hasta que la provincia de Buenos Aires no entre en el juego de definición. Cristina Kirchner continúa hasta ahora sosteniendo su negativa a postularse, pero en caso de mantener su posición no dejará de opinar en la próxima fórmula, por su demostrada, aún adhesión, que recibe de sectores importantes en el territorio bonaerense y las provincias del norte. Todos los días escucha las oraciones macristas para que sea candidata. 
El peronismo ha recibido con escepticismo el cambio de gabinete, “el mismo perro con diferente collar”, políticamente hablando.
La opinión del país en su gran mayoría coincide con esta posición. Porque se debería creer que los autores de la gestión económicamente fracasada, sólo por cambio de roles o puestos, sean garantía de un éxito futuro. 
El oficialismo padece de la carencia de territorio, copado por organizaciones adversarias políticas. Sólo con las redes sociales no alcanza.  
La figura de Vidal 
En la geografía bonaerense, el emblema y garantía oficial de éxito político, María Eugenia Vidal que conserva su imagen positiva, comienza a recibir manifestaciones adversas a su gestión. Ultimamente ha sido advertida de una campaña en el conurbano que prepara escraches opositores cuando se presente en las municipalidades, hasta ahora esto no le resta apoyo a su figura, pero no hay que descuidarse. El orden nacional PRO no la ayuda. 
La política en campaña electoral, de todos lados, es difícil e impiadosa. 
Una confusa situación en la celebración del Día de la Bandera en Rosario. El presidente debía estar en la ceremonia, dada la importancia del acto en una de las provincias importantes. A último momento el ingeniero Macri canceló su viaje, posteriormente justificado por razones de seguridad del primer mandatario. 
La cancelación fue anunciada por un secretario de la presidencia, Fernando De Andreis. Total desaprobación y fastidio de las autoridades santafesinas en las reacciones del gobernador criticando duramente su ausencia. 
A su vez, la intendenta de Rosario, Mónica Fein, también se consideró ofendida por la actitud para con el orgullo de la emblemática ciudad santafesina, expresando que esto significaba una desilusión para sus habitantes. Otra situación desfavorable en que se coloca el primer mandatario, por las desprolijidades de su equipo político en una situación como mínimo incómoda. 
La seguridad presidencial es responsabilidad, no de las provincias, sino del Ministerio Nacional en el área, o sea la señora Patricia Bullrich y parece poco serio que el presidente anule su presencia en un acto de importancia, como es celebrar el día del más importante símbolo nacional. 
Si hay sospechas de escraches a la figurar más importante del país, Nación primero y provincia después, deben garantizar la normalidad del acto oficial. Nadie debe faltar el respeto a la investidura del ingeniero Macri, por más que no acepten su gestión, por más que no acepten su gestión, esto debe preservarse. 
El “libertinaje” de determinados grupos, debe terminar sin temor de tomar las decisiones que correspondan para erradicarlos. Están las normas y las leyes para impedir la intolerancia y agresión a las normas de defensa de la verdadera democracia, que nunca debe soportar estos desbordes. En un país sin orden y sin disciplina de conducta, no hay ejercicio de la verdadera democracia posible. 
Por no respetar al otro, nos pasa lo que nos pasa de haber devaluado la vida política y social. A esta altura del almanaque político argentino, se acaba de demostrar, al menos en esta instancia que transitamos, que los técnicos no han podido reemplazar a los políticos. “Zapatero a tus zapatos”, a las pruebas me remito. 
La realidad nacional es muy compleja y difícil y necesitada de acuerdos, donde cada sector debería resignar cosas. Sólo el sentido común político y el real análisis de la actualidad pueden y deben guiar las discusiones. 
En este agitado mar donde navega la Argentina, no hay barcos de rescate. Se asemeja al “Titanic”, o esquiva el iceberg por decisión y accionar propio o se hunde. 
El objetivo es no ahogarse, pero sin olvidar que no solo se deben salvar los oficiales y los pasajeros, sino también, como corresponde, los marineros. 
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