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Tres Arroyos, VIERNES 17.05.2024
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La tempestad se llevó más que chapas

“Me llevó la vida
y el sueño mío” 

“Nunca le pedí nada a nadie, todo lo que ven lo hice con mi trabajo y pensando en el laburante”, le dice Fernando Morán a LA VOZ DEL PUEBLO entre las ruinas de su galpón, el que construyó para concretar sus deseos de tener el taller propio. 
“Las nenas se salvaron de casualidad, mirábamos la tormenta por una de las ventanas y cuando me doy vuelta ya no había nada”, siguió su relato el pintor y chapista de autos. 
Valentina tiene 20 años y estaba sentada en su silla de ruedas alrededor de la mesa de fin de año que Fernando improvisó adentro de su taller, Catalina y Martina junto a su primita de cinco años estaban también en el lugar. Unos minutos antes de escuchar un ruido ensordecedor que trajo con él el desastre, la esposa de Fernando se había ido adentro de la casa con una de sus hijas. 

Ubicado en barrio Ciclista, el fenómeno climático le generó la pérdida del techo y paredes de su taller. Los daños también llegaron a vehículos de sus clientes.

De pronto, el estruendo y la confusión, “la nena salió -no sé cómo- de su silla de ruedas y terminó cerca del portón que yo trataba de abrir para escapar. Miraba cómo empezaba a llover cuando giro y ya no tenía techo. Lo que atiné a hacer fue agarrar a las nenas y correr para escaparme hacia mi casa. Si los ladrillos de esta pared -señala una que da a la avenida Libertad- se caían para adentro nos matan”, explicó Fernando mientras recorría los espacios recreando las escenas. 
«A mi perra Golden la rescaté de abajo de los ladrillos cuando las nenas me avisaron que faltaba y salí a buscarla”, agregó el hombre. 
Los escombros caídos por todos lados, las chapas que yacen en el suelo, los cables, las mamposterías rotas, lo poco que se salvó mojado y arruinado contrastan con las paredes impecablemente pintadas por Fernando, sólo unos días antes. 
“Tenía tres autos de clientes adentro del taller que los cuido siempre muchísimo y entre el granizo y los fierros los destruyeron”, explicó con gran amargura. 

Instantes después Morán se quebró emocionalmente hasta las lágrimas, y expresó que “lo que más me molesta es la fuente de trabajo, no tengo nada, de acá comen mis hijas, pago las cuentas y trato de criarlas con esto, me costó años hacerlo”.

Fernando manifestó que siempre estuvo en contra de “pedir por pedir”, de hecho repite en varios tramos de la entrevista que no quiere nada, que va a empezar de nuevo, aunque los daños materiales son muchos y seguramente costosos. “El que me conoce sabe que siempre la peleé sólo con la nena -en referencia a Valentina- y jamás pedí ayuda ni para viajar, ni para atenderla”. 
Y mientras habla con el diario va y viene por el que fuera su taller y cuenta que todo lo hizo con mucho esfuerzo y que trabajó cada día para poder levantarlo. “A veces me iba al otro taller que tenía antes a la madrugada y volvía de noche, otras veces de mucho frío con tal de terminar de pintar algún camión a tiempo lijaba debajo de la escarcha ayudándome con una vela: ¡Y ahora esto!” , dijo devastado. 
Instantes después se quebró emocionalmente hasta las lágrimas, y expresó que “lo que más me molesta es la fuente de trabajo, no tengo nada, de acá comen mis hijas, pago las cuentas y trato de criarlas con esto, me costó años hacerlo”. 
Conmovido y sin poder disimularlo añadió que “el que me conoce sabe bien los problemas que tuve con mi hija y nunca pedí nada a nadie, siempre solo. Lo bueno es que las nenas y mi familia están bien, porque estábamos acá adentro comiendo festejando el año”. 
Después del fuerte golpe con el que recibió el Año Nuevo contó que no durmió y que sólo lloró cuando se abrazó con el hermano cuando llegó a ver los resultados de la tormenta. “Esto me llevó la vida y el sueño mío que era tener un taller propio, que lo tenía prolijito”, sin poder frenar las lágrimas y liberando a través del llanto toda la angustia acumulada. 
Antes de despedirse agradeció a la gente que lo ayudó y que el primero de año estuvo con él con la intención de colaborar. “Si alguien quiere dar una mano lo agradezco, siempre renegué con el que se aprovecha de estas cosas. Creo en Dios y calculo que para este fin de año voy a mejorar, porque peor no voy a estar. Trabajo para el laburante, con el que quiere pintar un autito y lo necesita, se lo hago”, terminó Fernando contando entre lágrimas cómo es que se viene ganando la vida. 
“Se quedaron de
brazos cruzados”
En Emilio de la Calle 1350, Perico Espinosa y su familia miran para arriba y tratan de entender cómo solucionar los daños que la tempestad causó en sus casas. 

Sólo le dejaron un andamio. Perico Espinosa reprochó que los trabajadores del municipio no lo ayudaran

Los vecinos del barrio de los Ranchos 2 recorren con LA VOZ DEL PUEBLO las dos casas afectadas por la tormenta. Ninguna tiene techo y las chapas están diseminadas por todo el predio, así como maderas, tirantes y otros objetos que formaban parte de ambas construcciones. 
Una pequeña que forma parte del grupo familiar relata que una madera le golpeó el hombro ya que se encontraban tomando mate cuando el viento embolsó el techo y lo arrancó. 

“Todo esto no puedo volver a tenerlo, los empleados municipales que vinieron hoy (por ayer) se quedaron con los brazos cruzados y estuvieron ahí parados sin hacer nada. Armaron un andamio y se fueron”, explica Perico

No hay nada que se encuentre seco, colchones, televisor, heladera -que además está abollada-mesa, sillas, muebles. El baño -de reciente construcción- tampoco se salvó de la destrucción. “Todo esto no puedo volver a tenerlo, los empleados municipales que vinieron hoy (por ayer) se quedaron con los brazos cruzados y estuvieron ahí parados sin hacer nada. Armaron un andamio y se fueron”, explica Perico al que lo rodean varios miembros de su familia y amigos. 
Con la ayuda de un vecino solidario cubrieron con bolsas parte de una de las viviendas para tratar de rescatar algún mueble, “uno de los que mandó Marcelo León me dijo que tire todo, pero ¿Cómo consigo de nuevo las cosas?”, se pregunta Perico. 
Dos casas bajo la lluvia, varias personas afectadas y hasta el mediodía de ayer, sólo unos andamios armados como para iniciar una tarea que no se efectivizó hasta el momento de la nota. 
“Esto a mí me
dejó en banda” 
En 1° de Mayo 1126 vive Macarena Leguizamón que no tiene consuelo. “Cuando mi papá me dijo: ‘Hija se te voló el techo’, pensé que era una joda”, cuenta el momento en el que supo lo que había ocurrido en su casa. 

Madre sola. A Macarena Leguizamón el viento y el granizo le rompieron el techo y las ventanas de su casa

Macarena al describir el momento de la tormenta le cuenta a este diario que estaba en su trabajo y que una vez que sintió las piedras bajó las persianas de la casa en la que se encontraba, sin sospechar que era su propia vivienda la que sufriría las consecuencias de la tempestad. 
«Cuando llegué estaban mi papá, mis vecinos y mis amigas sacando agua, veía que me traían chapas y no entendía que eran las mías”, relató Macarena. 

“Gracias a Dios no fue una desgracia, podría haber estado en casa con los nenes, estoy sola con ellos, no soy rica, pero esto a mí me dejó en banda”, contó Macarena que meses antes había terminado de acomodar su casa.

El padre a su lado explicó que amarraron como pudieron las chapas y que se voló todo, incluso los tirantes cayeron en las casas vecinas. “Gracias a Dios no fue una desgracia, podría haber estado en casa con los nenes, estoy sola con ellos, no soy rica, pero esto a mí me dejó en banda. En marzo del año pasado había terminado de arreglar y acomodar la casa”, explicó angustiada la vecina de Chacra de López. 
No hay luz porque el cable permanece cortado, el techo está ‘atado con alambre’, la lluvia le arruinó el colchón, el lavarropas, la heladera. “Fui a la Municipalidad y me dijeron que cuando tuvieran solución me iban a llamar, pero no puedo esperar cinco días, no puedo pedir prestado porque quiero estar en mi casa con mis hijos, nunca pedí nada porque trabajo y me levanto la casa y me arreglo sola”, explicó. 
Cuando este diario se retira de la vivienda de la calle 1°de Mayo al 1100, estaciona en el domicilio la camioneta del área de Viviendas. Los empleados municipales -entre ellos el maestro mayor de obras Nicolás Franganillo- se bajaban a evaluar los daños junto al padre de la damnificada que le ofreció los informes del caso. 
Árboles caídos 
A todo esto un establecimiento hípico fue escenario de la furia del viento, la lluvia y el granizo. Las chapas del techo de la vivienda están esparcidas a más de cien metros del techo, incluso en el lote contiguo al de la casa. 

La familia Goizueta -propietarios del lugar- no puede evitar la tristeza y el dolor que les provoca ver árboles que plantaron hace más de veinte años caídos en fila, tirados prolijamente uno encima del otro como un reguero de plantas indefensas ante la fuerza que los golpeó. 

La pista de práctica, el caminador inaugurado el 25 de diciembre, la antena de Internet retorcida sobre el techo de la casa, todo afectado, destrozado e inmóvil, son el testimonio de la voracidad del agua y el viento. 

Unos 800 metros más lejos de ese predio, el campo de polo y la dantesca imagen de la cortina de pinos y eucaliptos arrancados de cuajo muriendo sobre la tierra mojada, también resultó desolador. 

El monte del campo de Polo fue desbastado íntegramente por el fenómeno.

Del árbol caído hacen leña varios vecinos de la ciudad que con motosierras cargaban camionetas y carros que circulaban por Rivadavia al 4000 entre maquinarias, ramas y barro. 
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