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Una chavense aislada en Beijing

Por Quique Mendiberri 

¿Qué haríamos si estuviéramos viviendo en la China invadida por un virus mortal que se contagia por el aire que flota en el contacto oral entre las personas? 
¿Taxi al aeropuerto? No. Esa no fue la decisión que tomó la chavense Luz Milagros Procaccini cuando le informaron que disponía de cuatro vuelos diarios hacia la Argentina, sin restricciones más que un control de la temperatura de su cuerpo al llegar a Ezeiza.
A pesar de vivir aislada en Beijing, prefiere terminar su tiempo comprometido en el país asiático y cumplir los pasos necesarios para traerse la información sobre tecnología aplicada en alimentos que fue a buscar como licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, una carrera que estudió en la Facultad de Ciencias Agrarias de Balcarce. 
Pero esa decisión está sostenida principalmente en la seguridad que le transmite la personalidad y carácter de una sociedad donde, se entiende la gravedad del virus 2019 nCoV (conocido popularmente como coronavirus, aunque aún no recibió denominación científica), pero, mientras se busca el antídoto, se respetan al pie de la letra y en forma masiva todas las medidas de seguridad para evitar el contagio. De esta manera, las calles están desoladas, los servicios de transporte viajan prácticamente sin pasajeros y generan imágenes jamás soñadas.
“Recién había salido a buscar el bidón de agua. En tres cuadras me cruce con una persona a varios metros mío y, en el supermercado, había 10 personas. Un lugar donde, normalmente, hay 200 personas y una cola de 20 minutos”, comparó al describir el primer aspecto del aislamiento que se percibe al llegar a estos lugares. 
Así, en las calles la gente anda con máscaras, hay controles, y en todas las dependencias donde entrás tenés que dejar tus datos: número de documento, teléfono y dirección. “Beijing está vacío”. Andan autos, el transporte público funciona y hay mucho control de la temperatura del cuerpo en todos lados. La fiebre es el primer síntoma de la enfermedad y al que todos están atentos para mantenerse alejados.
“Se nota que la gente tiene un grado de concientización al punto tal de que no sale a la calle. Los colectivos y los subtes están vacíos. Es algo que si conocés esto, no lo podés creer”, aseguró en un diálogo con LA VOZ DEL PUEBLO vía Whatsapp. 
Cuando mira por la ventana del departamento que comparte con una compañera asiática con la que se comunica en inglés, mira el horizonte occidental y aleja los impulsos de volver cuando observa ciertos detalles que, además de darle seguridad a sus beneficiarios, generan cierta admiración, “basta con ver que, en el lugar donde se originó la enfermedad, hicieron un hospital en 10 días y, hoy, está operando”, señaló haciendo alusión a la obra llevada a cabo en la ciudad de Wuhan.

Cómo llegó 
Luz Milagros García Procaccini el próximo 14 de marzo cumplirá 31 años en soledad. Licenciada en ciencia y Tecnología de los Alimentos, una carrera que estudió en la Facultad de Ciencias Agrarias de Balcarce, dependiente de la Universidad Nacional de Mar del Plata, viajó a China porque, a raíz de las actividades de su posgrado, en el área de doctorado sobre productos procesados de papas, consiguió un trabajo de investigación por un año en China. Precisamente en un laboratorio del instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos, dependiente de la Academia China de Ciencias de la Agricultura, donde la invitaron para que pueda seguir con su investigación en otras ramas y con otras prácticas que, si bien en Argentina no se están utilizando, “nada es imposible de realizar en el futuro”, observó. 
En ese sentido, el estudio que lleva adelante consiste en la realización de procesos que permitan la comercialización de la papa lista para ser consumida, pero en un estado natural, sin deterioros que produce el tiempo y pueda llegar fresca al consumidor. En ese sentido, Luz está estudiando procesos de desinfección que permitan extender la vida útil del producto, por ejemplo con tratamientos de ultrasonido, agua electrolizada, para la desinfección de vegetales, “tecnologías que en Argentina existen, pero no se están utilizando. Venir acá, fue una posibilidad de poder hacerlo”. 
Si bien el inglés es el idioma en común (conoce argentinos pero en su instituto no hay otro latinoamericano), “nos comunicamos todo el tiempo en inglés, con todo el mundo”, en las calles de Beijing, usa el traductor de su teléfono. En la intimidad compartida de su departamento, “intento mirar pelis y escuchar música. Cuando estoy trabajando en el instituto siempre vamos a algún restaurante a comer, pero ahora, cocino, escucho música o intento trabajar en algo en la computadora”. 
Preocupada por la actualidad, no sólo de China, asegura que está recibiendo información de manera permanente en distintos momentos del día, “durante las 24 horas me llega información de gente de China y la embajada nos manda las ultimas noticias del día, todos los días”. Durante la noche y la tardecita china, es el turno de sus amigos, que en la mañana argentina, ya le escriben las novedades de nuestro país. 
La aparición 
El coronavirus chino hizo su aparición en la ciudad de Wuhan a fines de 2019. Como ocurre generalmente con todas las enfermedades, la reacción de la gente fue casi despreocupada.
“En principio pensamos que era un virus, como los hay tantos. Pero después, recibiendo todas las noticias, y las precauciones del instituto donde estoy haciendo toda la parte de investigación, nos suspendieron el tema de poder salir y hace 10 días que estoy adentro de mi casa. Por suerte, estoy segura, tengo un departamento. Sólo salgo para el supermercado, con todas las protecciones de máscara y demás. A pesar de todo, el abastecimiento de alimentos es bueno”. 
No obstante, en los últimos días empezaron a sentir que hacían falta más barbijos, “tenemos problemas con el tema de las máscaras y barbijos, porque no se están consiguiendo, al igual que el alcohol. En mi caso tengo alcohol que había traído desde Argentina y nosotros nos tratamos de cuidar con lo que podemos”. 
“Mamá siempre tuvo la idea de que si yo venía a China ellos (por sus padres) podían venir a conocer. La verdad es que China es un país divino. A mí el tiempo se me estaba pasando re bien, son dos culturas totalmente diferentes. Pero como creo que esto no va a mejorar en el corto plazo, sería un riesgo que ellos vengan para acá”, razonó.
No obstante, en el producto del seguimiento cercano de la cantidad de infectados, con informes diarios sobre el número de víctimas fatales, como así también de nuevos pacientes o personas que sospechen que lo tengan o no, le permiten alcanzar la confianza necesaria para cumplir su misión en septiembre y regresar a la Argentina, “hay indicios que te indican que el avance (del virus) se está controlando, pero yo no creo que en el corto plazo se diga ‘listo’, se superó”.
 

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