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Historia de un grito desesperado

Por Quique Mendiberri


Silvia volvió a perder el control. Después de atender la llamada en la que le avisaban que su hijo iba a quedar sin ningún tipo de cobertura médica para su salud, aceptó ser parte de la última cosa que aún no había hecho para ayudarlo: llevar su urgencia a las redes sociales.
Así, en 24 horas, miles de tresarroyenses conocieron a través de Facebook y WhatsApp parte de la pesadilla que la llevó a perder todo en busca de una respuesta para que su hijo acceda a un tratamiento que le permita recuperarse de las lesiones que le dejó un grave accidente ocurrido el 20 de mayo de 2018. Esa madrugada, Claudio Bonini (24) hizo un giro con su auto en la ruta 228 y Almafuerte, sin llegar a advertir la presencia de una camioneta que, en sentido contrario, lo impactó a alta velocidad en la puerta del acompañante. 
El choque fue en la madrugada. Las imágenes de esa cámara de seguridad recorrieron los noticieros de todo el país. La violencia de la colisión fue directamente proporcional a las lesiones que provocó en el cuerpo del joven camionero copetonense hoy de 24 años. 

El video del choque impacta. Ocurrió en mayo del año pasado

Un traumatismo de cráneo grave con politraumatismos y daños en el cerebro, cambiaron la vida de esta familia de Copetonas. A Silvia el cuerpo no le aguantó y cayó en un profundo pozo depresivo, uno muy parecido al que aún se puede ver en el video que circula en las redes y estremece a todos.
Así, Javier Bonini, su padre, junto a su hermana mayor, encararon el desesperante capítulo de una pesadilla que recién empezaba.
Él debió dejar su trabajo para estar al lado de su familia y, en ese camino, debió vender su casa para mantenerse junto a su hijo en un centro de rehabilitación bahiense que no cubre las exigencias de complejidad que necesita. 
Hoy, según su padre, “Claudio entiende lo que le hablás, responde a órdenes básicas (como girar la cabeza cuando lo nombran), se ríe normalmente, también tiene bastante bien el conocimiento y se orienta. Sin embargo, está alojado en IREL, que es un Centro de Rehabilitación, pero no para Claudio. Es para una persona que se quiebra un brazo o una pierna, no de la complejidad que necesita Claudio”, explicó antes de agregar, “no tiene el tratamiento que necesita. Todo tiende a empeorar. Se está atrofiando en la cama porque no tiene los ejercicios, ni la rehabilitación neurológica que necesita”. 

El párrafo de la medida cautelar dispuesta por el juez Bernardo Bibel para con la Obra Social de Choferes de Camiones

El efecto del incumplimiento a la cautelar. Una multa de 500 pesos y escasa presión para hacer lo dispuesto por el juez Bibel

Giro demoledor
Hasta esa madrugada de mayo de 2018 todo era optimismo en el seno de esta familia copetonense. Silvia y Javier veían crecer a sus hijos a su imagen y los valores que habían sabido inculcarles durante su vida en el pueblo. 
Claudio es el del medio. Primero había nacido Maribel (28) y, la más joven, es Ludmila (19). Una noche cualquiera, como la mayoría de los jóvenes en Copetonas, venir a Tres Arroyos era la mejor propuesta para escapar a la tranquilidad del pueblo. 
Desde chiquito, Claudio sabía lo que quería. Sin dudar en la clásica elección de “libros o trabajo”, ni siquiera perdió tiempo en la primaria. Se dedicó a manejar y ayudar como podía a su familia hasta cumplir los 21. 
Con el carnet profesional en mano, poco tardó en conseguir trabajo como chofer y, en los últimos meses, hasta se daba el lujo de trabajar con su padre como compañero en la misma empresa.
Sin embargo, ese giro en la ruta 228 y la colisión que le siguió, no sólo fue demoledor para él, sino para toda su familia, que pasó del sueño a la pesadilla en pocos meses.
“Vendí mi casa. Lo poco que un pobre puede tener y no nos quedó nada. La vendí en un estado de desesperación. Necesitábamos dinero para estar en Bahía Blanca. La mutual nos cubría algunas cosas, pero no a todos. En este momento, nos estaban pagando 500 pesos por día para comer, aunque después hay que comprarle cosas a Claudio y los abogados también nos cobraron”, resumió.
Su esposa había caído en un profundo estado depresivo en el marco del que llegó a tener más de una tentativa de suicidio, circunstancias que llevaron a Javier a enfrentar la situación junto a Maribel. 
Recién hace tres meses, “ella (su esposa) empezó, como pudo, pero no de manera normal a sumarse a esto, pero no es suficiente”, esbozó al actualizar el estado delicado de salud que también atraviesa Silvia. 

El pedido de la madre de Claudio

El alivio falso 
En medio de tanta desesperación y dramatismo, la Justicia le dio un alivio a la familia. El doctor Bernardo Bibel fue el juez que firmó la medida cautelar que obligaba a la Obra Social de Choferes de Camiones a cubrir los gastos que exige el tratamiento en la clínica Fleni, de la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, la resolución no fue acatada y, por estas horas, lo más reciente que conocen en el plano legal es una denuncia por ese supuesto incumplimiento. 
“En un momento los abogados me dijeron que era inminente el traslado de Claudio, cuando el juez falló a favor. Que me hiciera la idea de que (Claudio) estaba en el Fleni. Por una cosa o por la otra, siempre trabas y trabas que hacen que todo quede cajoneado”. 
Su necesidad incontrolable de escuchar un diagnóstico optimista lo empujaron a traer desde la ciudad de Buenos Aires a un médico del reconocido instituto de rehabilitación porteño Fleni, “trajimos al doctor del Fleni, por cuenta mía. Lo llevé yo, le pagué el pasaje en avión. Lo revisó a Claudio y le dijo que ‘él tiene muchísimo para recuperarse, pero en el Fleni’. Lo último que le dijo, antes de irse y después de golpearle el pecho, fue ‘quedate tranquilo, que vos del Fleni vas a salir manejando un camión”.
Teniendo en cuenta que un tratamiento como el que necesita Claudio Bonini cuesta un millón y medio de pesos por mes, durante seis meses, la distancia hacia la solución es cada vez más larga si la ayuda solidaria no hace su aporte. Para ello, compartió el CBU de una cuenta en el Banco Provincia (ver recuadro) donde aquellos que lo deseen puedan hacer su aporte. 
“Muchas mentiras” 
Antes de terminar su contacto con LA VOZ DEL PUEBLO, Silvia pide un momento para compartir un aspecto de los que más le duelen en esta historia, “mi hijo está en un lugar donde no hay doctor. El médico del Fleni, dijo que Claudio está mal medicado, la mayoría no son enfermeros recibidos. Son chicos que están estudiando. Claudio está como en un geriátrico”, comentó. 
Así, luego de ejemplificar uno de los tantos capítulos de terror que ya vivió (“nos están dando vueltas, los abogados y la mutual, que nos hizo pasar cosas horribles, sobre todo cuando fue a Buenos Aires a tratarse un virus en la sangre, que puso en peligro su vida”), la madre de Claudio hace un esfuerzo para explicar por qué no hicieron trascender esta situación con anterioridad, “nos tuvieron mucho tiempo con mentiras. Que mañana lo trasladan, que pasado. Ya no sabes que pensar. Llegamos a un punto en el que no podés creer que le hagan eso a un chico de 23 años”, finalizó antes de poner nuevamente el teléfono en manos de su esposo. 
Ya había recordado demasiado para seguir hablando sin quebrarse.
Con un amparo a su favor, el tiempo se le acaba a la familia Bonini. 
Mientras tanto, la obra social supuestamente desoye su contenido en un estado de cosas en el que a pocos va a importarle si algún día la Justicia le llega a Claudio. 

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