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Jesús Burgos y el arduo viaje al sueño

Por Fernando Sabatini (*)


Cuando las agujas del reloj marcan las seis en punto de la mañana se levanta, para media hora después, ir a correr durante una hora. Finalizada dicha actividad, el trabajo manda hasta las once; luego almuerza y por la tarde trabaja nuevamente, de albañilería, hasta las 17.30. Come una fruta y a las 19 se dirige a Club de Pelota, donde realiza sus entrenamientos, hasta las 21.30 aproximadamente. 
De esta manera finaliza un día del boxeador tresarroyense, Jesús Darío Burgos, que a diario hace la misma rutina. Los sábados y domingos también entrena y trabaja por su cuenta. Con changas desde albañilería hasta cortes de cabello, se la rebusca para ganarse su dinero. 
La vida del boxeador es dura, tanto arriba como abajo del cuadrilátero. La mayoría de los púgiles, hasta triunfar, deben tener otros trabajos. En nuestro país la economía es dura y teniendo en cuenta por el momento que el mundo atraviesa- producto de la pandemia-, todo se potencia. Y esta no es la excepción para el joven Burgos, apodado «La Maquinita» de 24 años de edad. Nació el 25 de diciembre del año 1996 y se crió en cercanías del monumento del avión –homenaje a Héctor Volponi-. Hermano de dos varones y tres mujeres e hijo de padres jóvenes transitó una infancia difícil. 
«Tuvimos una infancia dura, mis viejos nos tuvieron desde chico y se les complicó mantenernos porque eran jóvenes y en ese momento éramos tres. Ahora somos seis en total», comenta una voz juvenil del otro lado del teléfono. 

Burgos entrena a diario en el gimnasio ubicado en Club de Pelota (Goyo Fernández)

La mayoría de los pugilistas, ingresan al mundo de los guantes teniendo algún boxeador en la familia, pero este no fue el caso para los Burgos. “No sabía lo que era este deporte, a mí me gustaba jugar al fútbol con mi hermano Agustín. Una prima nuestra nos dijo que quería ir a boxeo. La acompañamos y empezamos con una soga. Yo iba y dejaba y al tiempo volvía. Después me empezó a gustar. Mis primeros guantes me los puse en el Club de Pelota. Hice guantes con un chico que ya tenía más experiencia, me dio una paliza tremenda (risas)”, comentó el pugilista recordando, con alegría, ese mal momento. Además, agregó, “los primeros pasos fueron difíciles, nunca pensé que iba a poder boxear. Lo vi pelear a mi hermano, me gustó y ahí empecé. Compré mi primer par de guantes y me entusiasmé”. 
Ahí comenzó la incursión del joven tresarroyense en el ambiente de los puños acompañado de su hermano Agustín Burgos (1-0, 1 KO), quien debutó como profesional el 10 de enero del año pasado –ganó por nocaut técnico en el segundo asalto-. 
 “A los 19 años hice mi primera pelea. Mi hermano me enseñó muchas cosas, me explicó que el boxeo no es tirar por tirar, sino que es inteligencia, gracias al él empecé a combatir. Desde esa vez no paré más”. 
 No solo en nuestro país, sino también en el mundo, boxear saca a muchos jovencitos de las calles. Logran, gracias a este deporte, abandonar la delincuencia y alejarse de los vicios. Hay infinidades de ejemplos de chicos que hoy hubieran tenido un oscuro camino, hasta trágico y hoy son campeones o ex. Otros no conquistan los cinturones, sin embargo, gracias al boxeo mejoran su economía. 
 “A mis padres se les hacía difícil mantenernos y uno agarra malos caminos. Andaba con mala junta, era un pibe. Nunca fui vago, trabajaba, pero tenía mala compañía. Pero gracias al boxeo hoy soy un chico sano y un deportista profesional. Este deporte es todo en mi vida, es mi futuro, es lo más importante que tengo. Es una pasión, un arte y un trabajo; es lo que se hacer”, expresó Jesús, resaltando la importancia de esta actividad deportiva en su vida, quien tuvo que abandonar el colegio en segundo año de la secundaria. 
 Gracias a este deporte y una interesante carrera amateur, Maquinita viajó a otro país donde vivió una hermosa aventura. Participó del torneo de AMBAPA (Asociación de Managers y Boxeadores Argentinos Profesionales y Amateurs), del cual salió campeón con la posibilidad de ir a combatir a México. Despegó rumbo al territorio mexicano, donde entrenó y combatió con éxito recibiendo un reconocimiento del Consejo Mundial de Boxeo (CMB). 
“Fue una experiencia increíble ir a México. Estuvimos once días allá. Jamás imaginé salir del país o tener un pasaporte. Fue re lindo viajar en avión, recorrer otro país, una experiencia única. Conocí cosas que no creía que existían; la cultura de ellos, el chile, la bondad de la gente y cómo viven. Fue muy lindo conocer historias mexicanas. Nos movíamos en peceras (combis). Hice una pelea y dos sparrings en los cuales me sentí muy bien. Los mexicanos son fuertes, pero yo me sentí superior. Entrenamos en el estado de México y fuimos a hacer sparrings a Puebla en lo alto”, recordó Jesús con emoción y nostalgia, y agregó, “espero, algún día, conocer alguna otra parte del mundo”. 

Jesús Darío Burgos junto a su entrenador Hugo Vester (Goyo Fernández)

En el campo amateur, junto a Perpetto y Vester en su rincón, supo construir un récord compuesto de 32 combates; 31 victorias y una derrota, en su último combate. El 22 de febrero del 2020 dio el salto para pasar al profesionalismo. Combatió en la ciudad balnearia de Monte Hermoso, venciendo por nocaut en la segunda vuelta a Martín Ramiro Balbuena, televisado por TyC Sports. Pero la lucha no solo es dentro del ensogado, sino también fuera del mismo. 
“Estoy en un plan de la municipalidad, deseando en algún momento estar efectivo. Trabajo en las plazas, pintando, barriendo, de todo un poco” comentó detallando su actividad fuera del cuadrilátero, además agregó: “Por ahora me manejo solo. Mi entrenador me ayuda con lo que está a su alcance. La municipalidad coopera con lo que puede y la Dirección de Deporte colabora cuando pido algo”, explicó Burgos. 
 Además, remarcó que necesita mejorar su situación laboral, porque los ingresos del plan no son suficientes para solventar los gastos que un boxeador profesional requiere. “No pido que me den nada, solo trabajo efectivo para poder comprarme mis propias cosas”, señaló y a modo de ejemplo detalló: “Tengo los guantes en muy mal estado. Cuesta arriba de 5000 pesos el par y una soga más de 1000 pesos” y reiteró, “con un trabajo estable me compraría mis cosas”. 
No solo los elementos son caros. En este deporte de contacto es primordial contar con una buena alimentación y un buen entrenamiento. Los riesgos son demasiados, el campo profesional no es fácil. Los guantes son más chicos, por ende, los golpes más duros y ya no existe el cabezal. Pero para alimentarse bien y estar fuerte necesita dinero. 
“Subo al ring mal alimentado. No es fácil boxear, aguantar los golpes, el profesionalismo es otra cosa. Necesito nutricionista y no la tengo porque no la puedo pagar, porque además tengo que comer. Tampoco puedo comprar vitaminas. De las bolsas, la plata que me queda a mi libre, es una suma de 16000 pesos”, expresó con pena y consciente de que no come bien. 
Conquistar su sueño no va a ser nada fácil, pero Burgos no se da por vencido, aunque a veces lo piensa. “Hay días que me dan ganas de dejar todo. No dejo porque hace cuatro años que vengo luchando para llegar. Quiero llegar y sé que si me lo propongo puedo hacerlo. Pero me da mucha pena lo difícil que es”, expresó con una voz quebrada, aún que destacó unos gestos valiosos que lo incentivan, «recibo apoyo de gente que me ayuda. Por ejemplo, Marisa Vester, la hija de mi entrenador, hizo un contacto para que me compraran un par de botitas. Los dueños del kiosquito Ceferino me compraron un pantalón de boxeo». 
Al comentar sobre esta entrevista realizada a gente del entorno y de la importancia que tiene colaborar con estos jóvenes que van en busca de un sueño, un restaurante decidió darle la comida, que a diario pasa a retirar. No solo eso, además el gimnasio Uruz, le abrió las puertas para que se entrene con un preparador físico de forma gratuita, con la condición de que llueve o truene asista a los entrenamientos. De hecho, el primer día, bajo la lluvia, fue en su moto a buscar el almuerzo y de allí al gimnasio. A pesar de esto, sigue necesitando apoyo. 
“Me conmueve mucho que me quieran ayudar, que se pongan en mi lugar. Gracias a esta nota, que todavía no se publicó, ya conseguí un almuerzo y una preparación física, estoy muy pero muy agradecido. Voy a dar todo de mí”, finalizó emocionado transmitiendo una alegría inexplicable. Además, señaló, «agradezco a la difusión también, porque quizás hay gente que no me conocía y ahora puede ver mis peleas». 
Aunque lleva más de cuatro años en boxeo, el viaje de este joven recién comienza. Su entrenador es el ruso Vester, integrante del equipo de Gustavo Lemos. Cuenta con un récord compuesto de tres combates profesionales, de los cuales ganó uno por nocaut y empató dos. Todos fueron televisados por TyC Sports. 
El último combate fue en la localidad de Pérez, Santa Fe, el sábado 1° de mayo. Se midió en cuatro vueltas, dentro de la categoría superpluma, frente al quilmeño Sergio Scaringi. A pesar de algunos errores a mejorar, hizo un digno papel. Aunque sufrió un punto de descuento, debido a un golpe bajo, que fue determinante para el fallo de los jueces, quienes dictaminaron el empate. Es probable que en aproximadamente un mes vuelva a combatir. 
Sin dudas está muy lejos aún del objetivo. Es un largo y duro camino; que muchos transitan y no todos llegan. Sin embargo, las ganas de llegar al destino encienden el motor de la Maquinita, que transita un arduo viaje hacia su sueño. 
(*) Fernando Sabatini, integrante de «Campeones en el Ring», Radio Libre AM 890 de Buenos Aires. 
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