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Tres Arroyos, LUNES 13.05.2024
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La alegría de volverte a ver

Ayer por la tarde Tres Arroyos fue testigo de la reapertura de un lugar que forma parte de su historia, que le pertenece: el cine Tortoni. Este regreso se da tras poco más de dos años de cierre y de espera.

Si bien la vuelta se demoró más de lo esperado, el tiempo extra permitió que Ricardo Iturralde realice reformas en el lugar, que ahora cuenta nuevamente con las dos salas habilitadas y con un Candy-bar que ofrece una gran variedad de golosinas y comidas para disfrutar mientras uno ve la película. 
En la semana tuvimos la oportunidad de hablar con Iturralde acerca de este nuevo cine que se avecina pero, además, hablamos del pasado y su llegada al emblemático edificio de calle Colón. 
Así que en esta oportunidad, repasaremos brevemente la historia moderna del Tortoni.

Casi 20 años
“Fue un desafío comprar el cine, me entusiasmé a hacer una reforma, poner los locales, hacer una sala y después la otra… fue un desafío que tuvo muy buena repercusión en la gente” aseguró, replicando: “La gente de Tres Arroyos siempre se mostró agradecida por mantenerlo en pie”. 

(Marianela Hut)

En este tiempo al frente del Tortoni, Iturralde vivió hitos. Recuerda películas taquilleras, “Los Simpsons rompieron todo. La primera semana metía 600 personas por día, fueron 3.300 personas esa primera semana, iban chicos de 10 años hasta 40… fue increíble la cantidad de gente que llegó al cine” y también momentos estrechamente relacionados a la historia local. 
“Recuerdo la proyección de ‘Yepeto’ en la sala vieja” dice. “Surgió porque Eduardo Calcagno, director de cine, quería hacer una película sobre Claromecó. Yo hacía poco que había comprado el cine, me contactó y me dijo la idea que tenía. Me dijo que quería convocar empresas locales para ver si podía conseguir financiamiento para la película”. En ese momento, bajo su tutela, el cine aún no había proyectado ningún filme. “Esos primeros meses nos dedicamos a mejorar el sonido” cuenta. “Comenzamos con ‘Yepeto’ que era la obra cumbre de Calcagno, incluso vino Ulises Dumont”. 
El tiempo pasó, Calcagno pudo filmar su película y la premier nacional se dio en el Tortoni. “La estrenamos en la sala nueva, porque mientras él encontró los medios para financiar la película y la filmó, yo empecé con las reformas e inauguré la sala de arriba, que fue la primera en abrir sus puertas. Eso fue muy lindo porque vinieron todos”. 
Todo lo que sucedió, es gracias a la gente. “Soy un agradecido a la gente de Tres Arroyos porque siempre acompañó y espero que siga estando” afirma antes de cerrar la charla Ricardo. 
Desde adentro
Para continuar repasando la historia, dialogamos con dos ex colaboradores que dejaron su huella: Gabriel “Picky” Sode y Agustina Villa.
Gabriel llegó al cine junto con Ricardo. “Entré en el 2003, cuando compró Ricardo. Arrancamos abajo, en el cine viejo y con la sala grande. Me acuerdo que el equipo de audio lo fuimos a buscar a Chaves porque había cerrado el cine de allá. Se trabajó ese medio año, la última función de esa temporada yo estaba en la sala de adentro esperando que salga la gente, viene Ricardo de atrás y me dice: ‘¿vos te das cuenta que estás viviendo un día histórico? Es la última función de un cine de 100 años’ y es como que te agarra una cosita… Al otro día nos pusimos a desarmar la sala, butaca por butaca, 24 tornillos por butaca con destornillador de mano. Fueron un total de 750 butacas”. 
Aquella última película fue ‘Seabiscuit’, de un caballo de carreras” rememoró Picky. 
Así, Gabriel formó parte del gran cambio. “Ahí se empezó a trabajar para hacer la primera reforma que fue la sala de arriba… después se hizo la reforma grande que incluyó los locales comerciales, los baños, la nueva cabina y la nueva sala. Recién ahí se trasladó todo abajo, incluso la boletería”. 
Entre los trabajos realizados, “se mandaron a arenar los pies de las butacas y a pulir la madera. Se hizo todo un laburo porque era una estructura vieja, con instalaciones viejas… era un lugar enorme con un montón de lugares de depósito… fue un laburazo”. 

Los cambios  
La primera actualización del equipo se dio en el audio. “La primera reforma fue en el sonido, lo único viejo que quedó fueron los proyectores, que eran a rollo” cuenta Gabriel. En aquel entonces, el proyectar una película requería de gran trabajo. “Antes las películas se pasaban con dos proyectores porque no había espacio para acaparar toda la película, cuando las armabas te quedaba una torta enorme; como no existía un sistema para poner toda la torta junta, se ponían los rollos 1 y 3 en un proyector y el 2 y 4 en otro, entonces el que pasaba la película, cuando terminaba el rollo 1, prendía el 2 y así”. 
Pero una vez, la tecnología llegó a la ciudad. “Cuando se hizo la sala de arriba se compró la torre que tenía dos platos, entonces la película se armaba toda en una. Eso facilitó mucho el trabajo”. 
Aquí es donde Agustina Villa entra en la historia. Es que ella ingresó al cine para trabajar justamente de eso: proyectora. En aquella época no había muchas en el país (tal vez fue la única). 

Ricardo Iturralde en diálogo con La Voz del Pueblo (Emanuel Fredes)

“Entré con los proyectores viejos en el 2010 y luego se instaló el digital, que lo inauguré” recordó.
“Yo trabajaba en Nicole, cubría vacaciones, y me dijeron que estaban buscando personal femenino para entrar al cine. Dejé mi CV, me llama Ricardo y me dice ‘no solamente es para atender la sala sino también para operador, ¿te animás?’ Encaré sin saber nada, desde chica me gusta el cine pero de ahí a ver qué pasa detrás, era un montón”. 
Ricardo fue el encargado de enseñarle la labor. “Empezábamos los viernes a la mañana; íbamos a buscar las películas, que llegaban en bolsones de tela, a la terminal… eran unas latas que tenían 5 o 6 rollos de película de 20 minutos cada una, las llevábamos al cine y ahí empezábamos a armarla” cuenta. “Las películas venían en cinta y tenía que fijarme que el fotograma coincida, que esté bien. Armar cada peli demoraba entre 30 y 40 minutos, dependiendo la duración”. 
Si bien Agustina armaba las películas, no se daba cuenta del resultado final hasta la primera proyección.
Ciclos cumplidos
“Yo me sé todos los principios y finales de todas las películas que proyecté pero no sé qué pasa en el medio” señala Agustina en forma jocosa, algo en lo que coincide con Gabriel. Es que el trabajo era demandante y no les permitía, salvo excepciones, disfrutar de la película.

Agustina Villa y Gabriel Sode, ex colaboradores (Emanuel Fredes)

En el 2013, Villa dejó el cine. Dos años después, Sode hizo lo mismo. En sus años dentro de la sala, vivieron momentos únicos. Consultados sobre películas taquilleras, destacaron “Papá se volvió loco”, “El secreto de sus ojos” y la saga de Mi villano favorito”. “Reventaron todo, estaban 3 o 4 semanas a sala llena”. 
Asimismo, Picky guarda momentos en su memoria más relacionados a la historia local. “’El Salto de Christian’ anduvo muy bien por ser de la zona y ‘La otra Eva’ estuvo muy lindo porque la estrenaron acá y porque la hizo gente de Tres Arroyos, que se mandó un gran trabajo… si pensas en cómo se movieron para hacer la película y en toda la parafernalia que hicieron para estrenarla, llegando en una caravana de autos antiguos y vestidos de época, estuvo muy bueno y fue muy emocionante. Recuerdo que los veías a ellos cómo estaban por haberla estrenado, por el sacrificio que hicieron… te hacía sentir que de alguna manera estabas formando parte”. 
En el final ambos destacan las amistades conseguidas en el trabajo y se mostraron felices por la vuelta del lugar. “Ojalá que la gente le dé una oportunidad al cine porque más allá de las nuevas tecnologías, el cine sigue siendo el cine; salir al cine y vivir la previa y la emoción del durante y el comentario del después, no hay como eso, a buena hora que se ha recuperado y ojalá se pueda sostener”.  
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