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Tres Arroyos, SÁBADO 18.05.2024
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Capusotto enfrenta a la mafia que se lleva músicos a los 27

A pocos días del estreno del filme «27: El club de los malditos», Diego Capusotto reflexiona sobre sus actuaciones en la televisión y el cine, y asegura que «es más sencillo» provocar una risa en los momentos más difíciles. 

En «27…», dirigido Nicanor Loreti, el humorista interpreta a un detective de la policía que tiene como misión desenmascarar a una organización cuyo fin es destruir a ídolos del mundo del rock de 27 años. Es un thriller con toques de ficción fantástica, donde también se podrá ver a la actriz Sofía Gala y al cantante de cumbia El Polaco. Llegará a los cines la próxima semana.  
¿Cuál es la diferencia entre hacer cine y TV? 
Hay una posición expresiva que en este caso puede darse con el personaje que tengas que hacer en el cine. Teniendo en cuenta que el programa de televisión es más autogestivo, tanto de mi parte, de Pedro (Saborido) y del grupo que lo hacemos, hay una idea que parte de nuestra voluntad, de nuestro deseo, y después eso se efectiviza. 
 En cine eso cambia… 
En el cine instalarte en la dinámica del personaje es más complejo porque se puede empezar con una escena que a veces es el final de la película. Tenés que estar dos o tres días para estar más vinculado con el personaje. Con el programa tenemos un ejercicio que es el de una banda que se reúne todos los días para tocar. En el cine es más agotador porque son más horas de trabajo y hay elementos técnicos qué hablan y definen cómo hacer ciertas cosas, por lo que vos también tenés que estar a disposición. 
 ¿Cómo te llega el libro de la película? 
Loreti tuvo una idea y se conectó con un cineasta como Alex Cox, el autor de «Sid & Nancy», que vio el guión, le pareció interesante y le agregó algunas cosas. Ya había trabajado con Nicanor y tenemos empatía. Me involucré de la mejor manera y la pasé muy bien. Con Sofía (Gala) hay una empatía no sólo trabajando sino personal. Con Daniel Aráoz, Willy Toledo y Yayo, la mejor onda. Se armó un grupo con el que la pasamos muy bien. 
¿Y tu personaje? 
 Me pareció un personaje que estaba ligado a una cosa más cachivache ni siquiera tiene una revelación fraternal con la propia institución, casi un lumpen oficializado. Me divierte jugar a ser otro, como cuando era chico, y además que te paguen por jugar. 
¿Se puede provocar risa en un momento difícil?
Probablemente sea más sencillo, porque hay una necesidad de gambetear un poco la angustia. Es probable que incluso nosotros hagamos lo que hacemos para alejarnos de la angustia existencial. Que siempre esté presente la política de alguna manera también genera espacio de comedia. La política genera un espacio para la comedia, porque se perdió en el tiempo de que lo político tenía una «construcción seria y racional» y lo que nosotros podemos es distorsionar esa mirada. 
¿Cómo genera «un espacio de comedia»? 
Los escenarios son más dispersos, hay como una dinámica de lo social, casi como un estado de bipolaridad, porque hay una gran teatralidad en la dirigencia y en los escenarios políticos, una teatralidad que es como una manera de mostrar algo que no es pero que distrae, que hace creer que eso «es» lo que está pasando. 
Una especie de sentencia con una teatralidad que confunde y choca. Lo nuestro, si confunde, nos puede divertir porque somos atorrantes: no está hecho con una finalidad, con táctica política, y no estamos defendiendo negocios y mucho menos negocios millonarios en dólares. ( Télam). 
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