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Honrar la escuela. Cabañeros en potencia

Por Horacio Cabrera

La obtención de Gran Campeón con un carnero de la raza Frisona fue el disparador para ir hasta la Escuela de Educación Secundaria Agraria Nº 1 de Coronel Dorrego, y además de conocer al grupo de pequeños grandes cabañeros y a su profesor, también saber del establecimiento, donde se respira aire de campo a orillas de la ciudad.
Y fue un placer. 
Nos recibió Fabián Brussa, el profe de los jovencitos cabañeros, con quienes compartimos un par de horas incluida una recorrida por los distintos sectores de la escuela.
Ramiro Such, Jacinto Reyes, Damián Laplaza y Marcos Merino son los estudiantes que llevaron a Palermo al carnero Gran Campeón, además de realizar tareas para otra cabaña de Coronel Dorrego durante la exposición de la Sociedad Rural Argentina. 
“Los eligió el director de una lista que hicimos, quedó afuera un irresponsable y fue el más chico del grupo”, cuenta Brussa respecto a la elección de los estudiantes para ir a Palermo.
“Su comportamiento y afinidad con la familia, porque tienen que estar quince días fuera de la casa con alguien que nunca convivieron, los padres tienen que estar de acuerdo con que uno como responsable de ellos tiene que hacer cumplir conductas, aunque el comportamiento de los chicos fue excelente los dos años”, asegura Fabián, responsable del grupo en Buenos Aires. 
Y acota que también incidió “la manera y ganas de trabajar, lo curricular tiene que ver pero ellos son parejitos para las dos cosas, fue una manera de retribuirles lo que hacen”. Y destaca el profesor que los chicos tienen “un gran vínculo con los cabañeros”.
Los jóvenes asienten que “está bueno ir a trabajar con los animales de las cabañas” y para el menor de los cuatro fue “una experiencia nueva porque nunca lo había hecho y además me encantan los animales, estuvo rebueno, había ido a pasear pero a trabajar nunca”. 

Un lugar común de tarea en la escuela, el tambo para ordeñe de bovinos y ovinos

La tarea en Palermo para estos estudiantes comenzaba a las 5 para dos de ellos “para ir a cambiar las camas a los animales, sacarlos a variar a la pista”, mientras otros dos se levantaban a las 7, desayunaban e iban a ver el carnero a otro galpón, y cuando volvían al de los toros los que habían madrugado más iban a desayunar, y se alternaban en esos horarios en los días subsiguientes. 
La cabaña en la práctica en bovinos fue con La Reserva, de Mariano Castro, presente en Palermo, y en ovinos con Néstor Aldazábal que este año no participó de la Rural, quienes de esa manera permiten acrecentar el conocimiento de los estudiantes. 
“Una experiencia muy linda, porque ser nuestro último año, presentar un carnero y lograr el gran campeón fue una satisfacción muy grande”, asegura 
“Algunos lo esperábamos pero Fabián (Brussa) no, había otros carneros que cuando llegaron los íbamos mirando para ver cuál iba a ser nuestra competencia, por ejemplo un overo que por el color se caracteriza más la raza y a ese le desconfiábamos, pero le ganamos y nos trajimos todos los premios para acá (dicen casi a manera de un festejo que se extiende en el tiempo)”.
Y recuerda que “la primera vez que pasé había otro carnero que era lana entera y el jurado me dice ‘esto no te lo debo decir pero a éste le ganás’, y entonces ojeaba al overo pensando que ganarle a ese iba a ser difícil pero lo logramos”, y muestran el video de cuando se anuncia ganadora a la Escuela Agraria con el Gran Campeón”. 
Un día en la escuela
Un día en la escuela comienza a las 7.30 y hasta las 12 tienen materias curriculares y algunas en las distintas tareas de tambo, granja y chacra, todos hacen de todo.
Hay un ciclo básico que es la parte de huerta, cunicultura, avicultura y el círculo superior está más destinado a la ganadería y la agricultura, el tambo y los cerdos. 
“Lo interesante es que todos los chicos de la escuela pasen por todos los entornos, algunos le mezquinan un poquito porque no les gusta ensuciarse o por el olor, pero lo tienen que hacer”, cuenta Brussa.
Lo que más les gusta a estos chicos es trabajar con los animales, lo menos es ir a la huerta, “porque la tierra no está a la altura de la cintura” dice el profe, y “hay que agacharse”. 
Todos asienten en relación a las tareas que desarrollan en la escuela. “Lo que menos nos gusta es la huerta, es un poco aburrida, pero peor es estar dentro del salón, mientras salgamos de adentro está todo bien”, y las risas son generalizadas.
También tienen materias relacionadas al manejo de maquinaria agrícola, y siembra de avena y cebada para consumo de los animales que se crían.
Crían y faenan conejos y pollos que se venden, elaboran quesos y salamines, que recientemente fueron de chivo, también de oveja y capón. “Nos dan cualquier cosa y lo hacemos salamín”, dicen entre risas los chicos. La semana que viene será el turno de hacer chorizos parrilleros de novillo. 
De lo que se elabora buena parte se vende y otra es para alimentos de la residencia de 42 alumnos que viven en la escuela de lunes a viernes. 
 “El tema es que salgan preparados para aquellos que por distintas razones no van a seguir un estudio universitario, entonces que puedan desempeñarse en distintas tareas laborales”, señala Fabián, pero en su opinión “no acompaña el título, debiera ser técnico en agricultura y ganadería o agropecuario en lugar de agroalimentos, tendría más relación con lo que hacen, lo que aprenden y el campo en sí”, pero para cambiar la modalidad “hay que empezar de cero con las materias”, acotó. 
Cuentan que en 2010 y 2011 “nos presentamos en una cata de quesos de oveja en Tandil y sacamos medalla de bronce los dos años, en el primero le ganamos al que nos había enseñado”, lo que resume que todo lo que se hace se hace bien.
El robo 
Recordando el robo que mencionara Brussa, cuenta que la escuela está “pegada al pueblo, y sobre el sector que da al Vivero es una boca de lobos, y es más fácil venir a robar un cordero y venderlo que ponerse a trabajar y criarlo. Tuvimos varios robos, el último fue muy grande, con siete u ocho animales más dos que dejaron maniados, fue en octubre del año pasado, y perdimos muchos animales. Un año hasta la cámara se robaron”.         
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El cuadro con las cucardas de los logros en Palermo 2018

Historia de Gran Campeón


Fabián Brussa cuenta como fue la elección del carnero que les dio el premio al trabajo y esfuerzo. “El año pasado habíamos elegido un carnero para llevar a Palermo pero nos robaron en la escuela y se lo llevaron, nos habían quedado dos de los cuales fenotípicamente tenían alguna falencia como nos marcó el jurado, como el tema de la cabeza, pero daban las condiciones para poder concursar y elegimos éste. Néstor (Aldazábal) se lo llevó a su cabaña y lo mantuvo ahí casi dos años para protegerlo de algún robo. Ya el año pasado por problema de transporte lo íbamos a llevar como cordero y no pudimos, entonces decidimos llevarlo este año, sobre todo porque ellos (por Marcos y Damián) habían estado trabajando en el campo con el carnero y como egresan este año se iban a perder la oportunidad de lo que era participar en Palermo como cabañeros con la cabaña de la escuela. Si bien se destacaba sobre el otro carnero blanco, había un overo que tenía unas condiciones fenotípicas muy buenas, pero en formación de cuartos y demás está mejor el nuestro y así fue que ganó”.
Brussa hace un poco de historia en relación al trabajo sobre la raza Frisona. “Hace tres o cuatro años vino Guillermo Ramos, que es una eminencia en lo que es inseminación artificial, sacó semen de un carnero que vendría a ser del abuelo de éste que salió Gran Campeón y lo congeló, estuvimos vendiendo a una escuela de Tierra del Fuego y de Chubut”.
Y la elección de la raza…, “lo de la cabaña se fue dando después, por ahí un capricho de cuando estábamos en el tambo teníamos la oveja Pampinta que es una cruza y queríamos mejorar la calidad de leche y de sólidos en la leche de oveja, y la frisona es pura de pedigree para leche entonces decidimos comprar una majadita de siete u ocho ovejas y un carnero, para empezar de a poco a sacarnos la Pampinta y quedarnos solamente con una majada de frisón puro”.
Para eso, recuerda que “el primer carnero se compró con fondos de la cooperadora y después todo lo que se fue adquiriendo se hizo a través del Plan de Mejoras que destinan a escuelas técnicas y agropecuarias, y así fue como nos pudimos equipar en el tambo y el resto de la escuela. Con Frisona empezamos en 2009/2010 y el primer carnero que llevamos a Palermo fue en 2014”.
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Fabián Brussa empieza sentir lo que será dejar un lugar que lo vio crecer como alumno y profesor

Sintiendo la despedida

Fabián Brusa hace un quiebre cuando habla de que es su último tiempo en la escuela, se le cambia el semblante, los ojos se humedecen. Es que se jubila y dejará de ser parte de algo que lo formó en la vida, para lo que enseña, que no es solamente los estrictamente curricular, sino pasión y amor por lo que se hace en la Agraria, y una convivencia con los chicos que se siente tan cercana como de mucho respeto, pero si se quiere hasta de amistad muy bien entendida, casi familiar. 
En la charla con el diario surgen las bromas, son mutuas, pero con absoluta consideración y un límite muy bien entendido.
Por eso los chicos dicen que a la escuela se la quiere, pese a que son muchas las horas que pasan allí. “En invierno entramos de noche y salimos de noche”, cuentan. 
“El chico de la escuela agropecuaria como el de la técnica tiene más sentido de pertenencia que quien concurre a otra escuela, son de defenderla más, incluso”, asegura Fabián desde su experiencia como alumnos y profesor.
Fabián es de la primera promoción de egresados de la Escuela Agraria, que empezó según cuenta “en 1985 y 1986 como ciclo superior en la Escuela Técnica, y en mayo de 1987 pasó a ser agraria y funcionada en una casa habitación en el vivero y en la recepción también se dictaban clases. A fin del ’87 se compraron las primeras 5 hectáreas y un año después las otras 5 que hoy conforman el predio de la escuela, el edificio se empezó a construir en febrero del ’97 y se inauguró el 9 de octubre de 1999”. 
La escuela cuenta con una matrícula de unos 160 alumnos y tiene residencia para aquellos que viven alejados, como el caso de Damián.
Uno de los ingresos tiene que ver con la producción de la propia escuela, como pollos parrilleros, lechones, conejos, quesos, o en un plazo más largo los terneros que se crían en el propio establecimiento.
Los chicos trabajan en todo, y una cooperadora que aunque de pocos integrantes hace mucho por la escuela. 
La compra de las primeras 5 hectáreas fue con una siembra de maíz de un campo que prestó unos lotes. Y así se empezó a conformar un establecimiento moderno que debe ser orgullo de los dorreguenses, y de allí que siempre cuentan con la colaboración necesaria. También la escuela está insertada en el circuito turístico de los olivares a través del tambo.   
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Futuro de campo
 Dos de ellos, Damián y Marcos, continuarán con la carrera de veterinario, consecuentes con esa vida en la cual se fueron criando.
Actualmente trabajan en las cabañas preparando animales para distintas muestras y remates como la mejor práctica para su estudio, son chicos de buena madera que llevan el campo y los animales en su ADN.
Por eso la educación agropecuaria para ellos tiene un común denominador: les gusta el campo y los animales, algo que les resulta familiar porque son hijos de productores o en uno de los casos su padre trabaja en la Cabaña La Reserva. 
Por eso el futuro para los próximos dos egresados es sumar a la tradición familiar “y también aportar lo nuevo” que incorporarán en sus estudios universitarios.  
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