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Cintia es una joyita

Fue a fines de marzo que inauguró Aventurina. El martes 27 más precisamente. Pero para Cintia Molina parece que pasó toda una vida. Hasta febrero era empleada de una tradicional joyería de la ciudad, en la que estuvo seis años, pero distintas circunstancias hicieron, o casi que la obligaron a dar el salto a la independencia. Y el resultado no podría haber sido mejor. 

“Me encanta lo que hago, soy feliz viniendo a mi negocio, eligiendo la mercadería, atendiendo a la gente. Más no puedo pedir”, asegura la joyera de 27 años, esposa de Mario Corno y madre de Cielo (9) y de Tomás (2). 
Si a principios de marzo a Cintia le hubieran contado que en noviembre iba a estar como está hoy, no lo hubiese creído. Junto con su marido venían de ver frustrado el sueño de la casa propia pese a haber salido sorteados en el Procrear. Y otras situaciones personales también hicieron que se bajoneara. Hasta que su papá le insistió que se animara a abrir su negocio. El colaboró con una indemnización que había cobrado y Cintia y Mario pusieron hasta el último peso que tenían. Así se puso en marcha la joyería y relojería en Hipólito Yrigoyen 126, en un local que acondicionaron ellos mismos y quedó impecable. 

“Así como fue fundamental para el arranque el apoyo de mi familia, también fue determinante la ayuda que me dio Miguel, un proveedor que conocí cuando era empleada. Me trajo mercadería antes de abrir, y después yo viajé a Buenos Aires a comprar y él me presentó al resto de los proveedores de relojes, platería y demás”, cuenta. 
Entre los miedos lógicos del arranque de un proyecto propio, en el que se jugaron todo, el cuco más grande era cómo iban a ser los primeros tiempos en cuanto a las ventas. “Por suerte empezamos bien. Ya el día de la inauguración, que fue una tarde, entró gente a comprar cuando yo no tenía ninguna expectativa. Y al otro día, tuvimos bastante gente”, recuerda. 

El frente del local, en Hipólito Irigoyen 126

El secreto fue el boca a boca, así lo entiende Cintia. “Muchas clientas me lo dijeron, pero también yo las escucho hablar en el salón. Me decían que venían por cómo yo las había atendido cuando era empleada. Que siempre hice buenas recomendaciones y les hablé muy bien”, dice con satisfacción.
Y pese a que Cintia asegura que no es de emocionarse, se le humedecen los ojos al recordar lo que pasó para el Día de Madre: “El viernes y el sábado previos tuve gente esperando en la calle. Fue algo muy emotivo para mí. Porque además los clientes no tuvieron problema en esperar, al revés, los quería atender mi marido y le explicaban que me esperaban a mí”, indica. 
La combinación de precios accesibles y una atención personalizada hizo que Cintia se ganara un lugar en el rubro en muy pocos meses.
“La gente se imagina que una joyería y relojería venden cosas caras, pero se equivoca, acá hay para todos los bolsillos. Se tienen que animar a venir y lo van a ver. Hay cosas muy accesibles”, dice. 
Con una clientela fiel que semana a semana va creciendo, Cintia cuenta que a pesar de la crisis que se vive ella no se puede quejar. Y cada peso que entra lo vuelve a invertir en el negocio. “Ahora pudimos poner las cámaras de seguridad adentro del local, para poder trabajar más tranquilos. Porque en la vereda, al estar al frente al Banco Provincia, ya había”, comenta. 
“El rubro me encanta. Disfruto atendiendo a la gente y también eligiendo la mercadería… La verdad que es un placer hacer lo que a uno le gusta”, dice la joyera, que después de muchas malas hoy está viviendo una buena.
“Me gustaría destacar que les agradecemos muchísimo a nuestros clientes que nos eligen día a día. Lo que nos pasa hoy es gracias a ellos”, indica Cintia en la despedida. 
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