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Tres Arroyos, SÁBADO 18.05.2024
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El cultor de una pasión

“Esta foto lo dice todo: año 1964… Eran las fiestas que organizaba Costa Sud, en las que se reunían 500 ó 600 personas y Lilo Bianculli preparaba los shows… Fue el quien me entusiasmó para que me pusiera a cantar…” 

El recuerdo surge de la foto de un cuarteto, en la que aparecen “Pedro Sanguinetti, Mingo Aguirre, Arnaiz y yo… ¡Eramos de malos..!”

Un testimonio de los comienzos de «Catacho» en la música

La risa, inevitable, pone un toque más -si alguno le faltaba- a la charla de este diario con Juan Carlos Di Luca. Para todos, Catacho. Ese cultor del tango que a lo largo de los años transitó los escenarios difundiendo la pasión que siente por la mítica aventura nacida en los arrabales y refinada en los salones porteños, y sublimada luego en Europa como la esencia misma del Buenos Aires que marcó a fuego una época.
“En esas fiestas canté de todo. Cantaba charleston, y el tango ´Uno´. Ese fue el comienzo, a partir de allí paré un tiempo porque comencé a viajar por mi trabajo, hasta que en el año 77 me convocó Lilo. ´Vení, que estamos haciendo un grupo´, me dijo. Fui, y anduve 30 años con él, haciendo siempre espectáculos a beneficio que solamente interrumpimos cuando Rubén Terrón (el recordado músico, compositor y docente dorreguense) hizo dos cantatas; una al coronel Manuel Dorrego y otra a Juan Pascual Pringles. 
“Cuando participamos de esta última viajamos a San Luis, porque Pringles era oriundo de allí, y de tal forma hubo una integración regional de músicos de Coronel Dorrego, de Tres Arroyos y de Coronel Pringles… De aquí participamos Lilo Bianculli y su hermano Cacho, Chichí Fiorda, Dardo Zanini, Horacio Mónaco, Juan Carlos “Cacho” D´Onofrio, que hizo la armonía de las voces… ¡Sabés como sonaba eso! -se interrumpe-… ¡Ese gordo aparte de un buen tipo era tremendo! ¡Sabía un montón..! Y también fui yo. Esa fue una de las experiencias más lindas que he tenido. Y después, seguí con el tango”. 
Sin un porqué
Catacho se adentra en su memoria. Piensa. Y habla. “Concretamente no te puedo explicar mi inclinación hacia el tango. Eso es algo que nació comingo”, afirma. Y acota: “Incluso, en mis cuadernos de la primaria, siempre había un señor con un micrófono en la mano. Me gustó desde chiquito, e incluso sobre eso te puedo contar una anécdota”, propone. Y desgrana: “Yo entraba a mi casa, mi viejo era un hombre de 1,95 metro, un viejo de los de antes, y yo iba cantando el tango “Cuatro pasos en las nubes”, un tango que no lo conoce nadie (Camino del ancho cielo/un día se fue Gardel,/siguió su huella Magaldi/y Fiore se fue tras de él…/Después Angelito Vargas/también al cielo voló,/se enlutaron las guitarras/y el bandoneón los lloró…) Pasa a mi lado y me pregunta:
-¿Qué estás cantando..? 
-Un tango, papá… 
-¿Un tango..? 
-Sí, porque me gustaría ser cantor de tango. 
-¿Cantor de tango..? ¡Vago y borracho! 
“Pegó media vuelta y se fue… Decí… que no lo tuve en cuenta. Mi viejo no fue nunca a verme cantar, pero, contariamente, mi madre siempre me apoyó… 
“Y allí empezamos -se entusiasma-, se hizo un grupo muy lindo con Dardo Zanini, con Chichí Fiorda, pasaron los Caferri…. Mucha, mucha sobre la que podría cometer en este momento el pecado de no recordar”. 

Juan Carlos Di Luca en una de sus tantas presentaciones en vivo. En este caso, en la Biblioteca Sarmiento

Maestros que
dieron que hablar
“Lilo Bianculli era muy bondadoso, para nada egoísta. Se preocupaba mucho, estaba en todos los detalles cuando preparaba un número, porque en la época en la que andábamos con él, no existía la movida artística que hay ahora. 
“Nosotros hemos llegado a reunir 250 personas en la Biblioteca Sarmiento. El no tenía problema con los cantantes, el problema lo tenía con las chicas que bailaban porque charlaban y no le prestaban demasiada atención –se ríe-, pero… Era un tipo espectacular. 
“Realmente lo quise mucho, lo extraño y me acuerdo mucho de él, porque por él estoy acá. Fue un gran músico, gran pianista… Pero no le gustaba ensayar. El decía, por qué no cantás tal tango?, porque lo sabía… pero era realmente muy bueno. Nunca tuvimos una discusión, era todo alegría, no había egos… nada”, completa el elogio, aclarando que el grupo no tenía un nombre en particular. “Nuestra casa de ensayo era la Biblioteca Sarmiento. Y sobre esto, Perla Villanueva incluso nos dijo una vez que los baños y el techo del edificio se habían hecho gracias a nosotros… 
“Y allí, justamente, un día en el que estábamos ensayando, llegó Rubén Terrón, que era el director del Coro Municipal…” 
En ese punto de la entrevista, alude a la figura del recordado maestro dorreguense autor de numerosas obras musicales, entre ellas “De la Sangre al Laurel”, la cantata para coro, recitantes, cuerdas, percusión y voces, que aborda la vida y obra del coronel Manuel Dorrego, y de «El Pulsar y la Estrella», la cantata dedicada a la vida del coronel Juan Pascual Pringles. 
“Nos escuchó y nos propuso integrarnos al proyecto de las cantatas… Aceptamos. Y entonces comenzaron los viajes para llevar adelante esta última, que se estrenó en 1985. Dos veces por semana teníamos que ir a Coronel Pringles. Esa experiencia fue muy linda, junto con un viaje que hicimos a San Luis… Eso me permitió conocer a mucha y muy buena gente”, precisa y suma detalles al relato: “En Pringles estaba Aldo Pirola al frente de la Dirección de Cultura. El hizo el relato de ´El Pulsar y la Estrella´… Un pingazo. Tenía una voz hermosa, muy grave… Esa fue una de las grandes alegrías que me ha dado el canto”. 
La actualidad
Juan Carlos Di Luca cree que en la actualidad “el tango está devaluado injustamente, cuando en otros países es furor”. Y ejemplifica: “Me escribo mucho con una cantante, Cecilia Casado, que estuvo un mes en París. Me decía que allá el tango fue un éxito tremendo. Y acá… nosotros somos muy malos o a la gente no le prende… 
“Pero tampoco tenemos difusión en la TV, salvo en el programa ´Te sigo queriendo´. Allí van principiantes y algunos de los de antes. Entre estos últimos estuvo Carlos Rossi, que fue cantor de José Basso, hizo una versión de ´Rubí´ que también canto yo, aunque no como él, porque él es espectacular”. 

Sobre el cierre de la entrevista Juan Carlos evalúa: “Yo he tomado esto con mucho amor. Sin haberme dado cuenta de todo lo que iba haciendo. En la vida solamente hacía lo que me gustaba, lo que quería. Así jugué al fútbol seis años en El Nacional y corrí en auto. Quise ser boxeador, pero allí se me apareció el que te dije, otra vez… y sabés cómo me sacó. ¡No tuve suerte! 
“Pero corrí un gran premio de TN con Tuli García, volcamos y casi nos matamos, en Córdoba, en el ´76. “Ya ves que dentro de mis posibilidades me he dado todos los gustos, pero siempre estuvo presente el tango. 
“He tenido muchas alegrías. Para mí cantar es una alegría, Lo siento, y me gusta andar con buena gente. Dentro de todas las cosas que te ofrece la vida, entre las cuales también están las malas, esto siempre ha sido para mí como un cable a tierra y no me quiero olvidar de toda la gente que me ayudó a armar los espectáculos… Cantantes, guitarristas, de los cuales muchos ya no están… 
“Te diría que deseo de corazón que haya más chicos a los cuales les prenda el tango, porque el tango es hermoso, de verdad…”  
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Decir el tango
“A mí me gusta más… Siento más la línea romántica del tango. El tango reo, el de la mina, del facón, se lo dejaba al Pato Smidt, quien para mí, lo digo siempre, era el mejor. Nosotros, a su lado, no teníamos nada que hacer. De los que yo he escuchado fue el mejor y después estaban Víctor Hugo, los hermanos Echegoyen, el Paisano Márquez, a quien no alcancé a escuchar, por una cuestión de edad. De modo que yo sigo con la línea romántica, y como tengo problemas de audición, ahora me está acompañando Jorge Herrera, al cual le tengo que agradecer las esnseñanzas que me está dando, porque nunca terminás de aprender. 

Juan Carlos Di Luca acompañado al piano por Lilo Bianculli

“En la época en que se podía ir a Buenos Aires, tuve la suerte de poder charlar co Atilio Stampone y con Alfredo Belusi, y los dos me dijeron exactamente lo mismo: el tango no se grita, se dice. Primero de todo tenés que amar el tango, y a partir de ahí desmenuzarlo, lo que quiere decir el poeta, la entonación, una serie de cuestiones que no pasan por gritar y gritar porque sí nomás. Hay gente que no valora la interpretación, sinó a quien grita más fuerte. “Yo no estoy en contra ni a favor de eso, cada cual canta como puede, pero a mí eso no me gusta. Para mí, cantar con el Pato fue… hicimos dúo y me distraía, a veces, en la parte que me tocaba a mí, mirándolo, escuchándolo a él. ¡Era tremendo! 

El Pato Smidt

Pero lo mío fue seguir la línea de Lilo. Lo último que hicimos fue para ALPI, con Horacio Morrone, de Tandil. Después, actuamos para Frutillitas, LALCEC, los Bomberos, la Biblioteca Sarmiento, para Coadis varias veces. Lo hicimos para todas las entidades de bien público, y nunca les pedimos un peso. Porque también están los vivos que hacen algo a beneficio, le piden el nombre a una entidad y le dan el 20 por ciento de lo recaudado. Nosotros no. Nada. Hacemos lo que nos gusta y le damos una mano a quien lo necesita. 
Ahora pensábamos hacer algo con Petete Politano y Claudio Rossi, así que veremos cuando empezamos”. 
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El ídolo, Floreal Ruiz
“Me gusta leer la vida de todos los cantores, mi ídolo es Floreal Ruiz, porque tenía una voz chuquita, y no gritaba, te transportaba al autor, al poeta. ¡Me vuelvo loco! Cuando era chico soñaba con Floreal, y con ser cantor de la orquesta de José Basso. Que él es el mejor lo afirmaron Goyeneche, María José, Chico Novarro. El te transportaba con la palabra, con los gestos y los silencios… 
“Según los que saben, el tango es una de las cosas más difíciles para cantar. Tenés que darle sentido a lo que estás diciendo. Y para eso tenés que estudiar, ensayar y que nunca un aplauso te vuelva loco, ni te haga pensar que te las sabés todas. No. 

“Y los poetas, son esos tipos bohemios, que estaban en un bar y escribían. ¡Y hay cada cosa! 
“Hablan de que hay 40.000 tangos, un dato que no me consta, pero hay tangos que la gente no conoce, por ejemplo: acá vino un dúo cómico, me llevó mi madre, que se llamaba Buono-Striano. De Rafael Buono hay un tango que se llama ”Noche de luna”. Tiene una poesía, una música hermosísima, ¡y no lo conoce nadie..!  
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