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El INTA y el empoderamiento de las mujeres rurales

En zonas rurales de América Latina y el Caribe viven 58 millones de mujeres y una parte importante de ellas juega un rol central en la producción y abastecimiento de alimentos. Por esto, la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), mediante su rol en la Alianza de Cónyuges de Jefes de Estado y Representantes (ALMA), lanzó la quinta edición de la campaña #MujeresRurales, mujeres con derechos, junto con 25 instituciones de gobierno (entre las que se encuentra el INTA), instancias de cooperación internacional, centros de investigación, organizaciones de la sociedad civil y entidades privadas de la región. 

Esta campaña regional de comunicación busca reconocer las formas de organización, los conocimientos, capacidades y las necesidades urgentes de las mujeres rurales, indígenas y afrodescendientes de la región, acrecentadas por la pandemia de COVID-19. De la presentación de esta edición, participó Fabiola Yañez, Primera Dama de la Argentina, junto con Diana Guillen, jefa de Gabinete del Ministerio de Agricultura de la Nación, y Susana Mirassou, presidenta del INTA, entre otras representantes. 
Las instituciones participantes destacaron el rol central que juegan las mujeres rurales en la producción, abastecimiento y comercialización de alimentos, así como en la preservación de conocimientos y saberes tradicionales. 
Las mujeres rurales continúan trabajando para responder a la demanda de alimentos en las ciudades, comunidades rurales y en sus propias familias. No obstante, muchas de ellas enfrentan serias limitaciones para acceder a recursos productivos, como la tierra, el agua, insumos agrícolas, financiamiento, seguros y capacitación, además de diversas barreras para colocar sus productos en los mercados; esta situación puede llegar a ser aún más compleja para las mujeres indígenas y afrodescendientes. 
Además, muchas trabajan de manera informal, por lo que no cuentan con mecanismos de protección social, que hoy se han vuelto una necesidad fundamental. 
Para Mirassou, esta campaña está en línea con uno de los ejes de su gestión: “En INTA hemos asumido el compromiso de implementar una política institucional activa, que se plasma con la conformación de la Plataforma de Géneros, Adolescencias e Infancias, y en el fortalecimiento de acciones que contribuyen a desandar las inequidades y prácticas discriminatorias, y sumarnos con esta campaña y desde distintos proyectos y áreas de trabajo, a revalorizar el rol de las mujeres y de las diversidades en el mundo rural y laboral”.
La sobrecarga de trabajo 
Desde antes de la pandemia, las mujeres rurales enfrentaban una gigantesca sobrecarga de trabajo no remunerado, labores productivas, familiares y domésticas por las cuales no reciben pago alguno. 
Los desafíos de la pandemia no han hecho más que complejizar esta situación, pues además de sus actividades productivas, las mujeres deben dedicar una mayor parte de su tiempo a cuidar de niñas y niños que dejaron de ir a la escuela, y a atender a personas enfermas y de la tercera edad. 
A esta situación crítica, se suman los recientes reportes sobre posibles incrementos de la violencia de género, a raíz de las necesarias medidas sanitarias y de aislamiento social que se han implementado en los países de la región para hacer frente a la pandemia. 
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