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Tres Arroyos, DOMINGO 28.04.2024
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El pájaro de la ventana

El pájaro que está en la ventana encuentra en la salida del sol, un momento para iluminar con sus cantos al mundo. Vive todos los días de la misma forma, espera el abrir de las persianas y la entrada de la luz del sol para comenzar su mañana. Espera que las personas que se encuentran fuera de su jaula, pero dentro de su hábitat, despierten y comiencen a hacer ruidos durante un tiempo. A él le gusta verlos moverse y escuchar sonidos tan diferentes uno del otro, encuentra en ese escándalo una melodía qué lo inspira a cantar y realizar una composición. Esta ave encerrada, observaba por la ventana cómo los habitantes ruidosos se alejaban del hogar cada día. Era entonces cuando él aprovechaba para darse un baño y quizás esperar alguna visita por la ventana de algún otro pájaro y cantar. Siempre cantaba, aunque solía aburrirse muy seguido, ya que la casa se encontraba vacía; era entonces cuando veía por el ventanal cómo las personas, que se habían ido por la mañana, regresaban, llenándolo de felicidad y terminando con su soledad. 

Hasta que un día la rutina fue interrumpida, los humanos empezaron a quedarse toda la mañana y la tarde en la casa, los horarios en los que el sol aparecía cambiaron pero, aunque amanecía más temprano, el pájaro no veía ningún movimiento hasta el mediodía. Aun así, él estaba más feliz que nunca, porque tenía compañía todo el tiempo, le gustaba esta nueva rutina porque se escuchaban distintas canciones, y ya no era el único que cantaba, porque por alguna razón los humanos que conviven con él se la pasaban cantando, no es que lo hicieran bien, pero lo hacían. Aunque el hecho de que estén encerrados no parecía ponerlos muy felices, se gritaban y discutían mucho entre ellos, eran sonidos que no solían ser muy agradables. Otra cosa que notó este animal es que abundaban en el hogar exquisitos aromas, como si se la pasaran creando y mezclando distintos ingredientes para después comerlos, lo que le parecía extraño, porque él era feliz con sus semillas y algunas mazorcas de choclo para picotear. 
Él no comprendía por qué cambiaron de opinión tan repentinamente y dejaron de salir al exterior de un día para el otro. Supuso que la razón por la que permanecían en su casa era la misma por la cual él no salía de su jaula, porque a pesar de tener una puerta que a veces quedaba abierta, valoraba más su seguridad que la libertad, y se resguardaba en su pajarera. Al igual que los humanos a medida que se flexibiliza la cuarentena. 
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