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Carne: las (no) razones de una decisión que es autodestructiva

La noticia extra pandemia de
la semana fue la suspensión
de la exportación de carne
por 30 días. El motivo de mayor
peso que dio el Gobierno para justificar
la medida es la necesidad de
desacoplar el precio que se paga
en el mercado interno respecto a
lo que se abona fronteras afuera.
El trillado argumento de “cuidar la
mesa de los argentinos”. Francisco
Ravetti, analista ganadero de AZGroup,
echó por tierra todas las
razones que dio Alberto Fernández
para justificar su inesperada y
nociva decisión. 

Un informe realizado por Ravetti
y que fue publicado por el diario
La Nación, se derriban varios mitos
respecto a la carne vacuna argentina
y su relación con el mercado
internacional. 
Mitos y verdades 
Francisco Ravetti fundamentó
que es falso el argumento que
indica que la carne se encarece
cuando sube el nivel de las exportaciones.
Según el experto, en los
años de exportaciones mínimas
(de 2011 a 2016) los precios de la
carne fueron superiores a los de
los años de exportaciones récord
(2019-2020). 
A modo de ejemplo, en 2014,
con exportaciones limitadas a
212.351 toneladas, el precio
constante de la carne, a valores
históricos actualizados a hoy
considerando la inflación, era de
627 pesos el kilo considerando
esa variable. En tanto, en 2020
con 903.197 toneladas el valor
en moneda constante se ubicó en
581,99 pesos el kilo de carne en
moneda constante. 
“El mensaje es claro. No hay
una correlación directa entre el
aumento de exportaciones y el incremento
del precio de la carne en
el mercado interno. La verdadera
problemática del consumidor en
la actualidad hay que buscarla en
otros orígenes”, dijo el experto. 

Francisco Ravetti

El especialista fundamentó
que no hay competencia entre el
mercado interno y el externo por
los cortes. “El 75% de nuestras exportaciones
se dirige hacia China y
el principal producto embarcado
es carne proveniente de la faena
de vacas conserva y para manufactura,
que internamente solo
es demandada por la industria
(de hamburguesas, por ejemplo) o
para mezcla con carne picada. En
cambio, los chinos la eligen para
comerla en cubos o con cocciones
largas y sopas. Dos cortes muy
demandados por los importadores
del gigante asiático son el garrón
y brazuelo, y otros del cuarto delantero
de menor relevancia en la
dieta de los argentinos”, explicó
Ravetti. 
Detalló que el 25% restante está
compuesto por compras de Israel,
la Unión Europea, Chile y Rusia. De
los cuatro, solo la Unión Europea
lleva cortes de muy alta calidad,
que representan nada más que el
8% de nuestros embarques. 
“La mayor parte de la carne que
se exporta es de una calidad que
no demanda el consumidor argentino
promedio. Los principales
cortes que se consumen en nuestro
país son el asado de tira, vacío,
matambre, entraña, achuras, bola
de lomo y nalga para milanesas”,
completó. 
Un sector atomizado 
El principal perjudicado por la
medida tomada por el Gobierno
es el productor ganadero, el
primer eslabón -y el más débilde
la cadena. Ravetti puso en
cifras un secreto a voces: los
ganaderos no son formadores
de precio. “El sector ganadero
está atomizado. No hay ningún
productor o comprador que
maneje o forme el precio”, dijo
el analista de AZ Group.
Según el Censo Agropecuario
de 2019, el sector está compuesto
por 203.381 empresas
ganaderas y el 87% de los establecimientos
no tiene más de
500 cabezas. Solo 78 establecimientos
tienen más de 10.000
cabezas. 
En tanto, los primeros 10
frigoríficos concentran el 18%
de la faena, según datos del
Ministerio de Agricultura. Según
el Censo, había 374 plantas
activas y 3508 usuarios de faena
en 2019. 
“Los datos indican que el ganadero
es un mercado de competencia
casi perfecta, con muchos
operadores del lado de la
oferta y de la demanda, que no
pueden manejar los precios de
la carne al público”, manifestó. 
Para lo último dejó una sabrosa
comparación. Es habitual
escuchar a los funcionarios repetir
que no se puede aceptar que
el consumidor argentino pague
la carne al mismo precio que el
europeo. Ravetti muestra que
no es así. 
El analista señaló que en Francia
el lomo cuesta 32 euros por
kilo (3680 $/kg si se considera el
dólar oficial); el bife angosto, 21
a 29 euros por kilo (2415 a 3335 $/
kg); churrascos, 10 euros por kilo
(1150 $/kg). En España, un chuletón
de vaca madurado cuesta
entre 21 y 29 euros y un solomillo
vacuno, 32 euros por kilo. 
“En Alemania, la carne sin
hueso tiene precios que oscilan
de 28 a 40 euros. También hay
cortes Premium que cuestan 60
euros por kilo. Un bife argentino
en un supermercado de Alemania
vale alrededor de 40 euros el
kilo. En China, un kilo de bife de
ternera cuesta 80 yuanes, equivalentes
a 13 dólares”, comparó.
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