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MIÉRCOLES 22.05.2024
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Con olor a tinta y a familia

Arnaldo duda, no porque no quiera hablar él con LA VOZ DEL PUEBLO, sino porque entiende que bien podrían ser Gabriel y Agustín quienes enfrenten al grabador. “¿Cómo vamos a hacer la nota nosotros? Tiene que hablar usted que es el dueño”, le dice Gabriel con la mirada cómplice de Agustín. 

Entonces Arnaldo se resigna y con una sonrisa pide que alguno haga mate para amenizar la charla.
Se respira buena onda en Imprenta Rápida, se percibe que hay una linda comunión. “Te darás cuenta que esto no es algo frío, acá hay mucho empeño, mucho amor puesto. Y con mucho sacrificio hemos llegado hasta lo que somos hoy”, asegura Arnaldo Elgart antes de iniciar el repaso de la historia de la gráfica que comenzó con un socio y al poquito tiempo sumó a Iris, su mujer, allá por 1992. 
“Yo arranqué en esto como un trabajo extra. No sabía absolutamente nada del rubro, era jefe de personal en Molinos Río de la Plata y un amigo me propuso incursionar en gráfica. Ese fue el inicio, un tiempo después mi socio se abrió y yo seguí con mi esposa. Siempre con mucho esfuerzo, porque ella también tenía otro trabajo”, recuerda. 

“Mis hijas estuvieron casi 14 años trabajando, me dieron una gran mano. Eran fieras laburando, igual que mi mujer. Por eso siempre pudimos ir actualizándonos y sumando tecnología. Todo se consiguió con sacrificio” 

Ya eran tiempos digitales y todos los procesos se hacían vía computadora. “Yo no llegué a trabajar en lo que eran las antiguas gráficas”, aclara. “Todo el diseño se realizaba en una computadora y pasaba al papel por una duplicadora. Había offset, pero era en segundo plano”, agrega. 
En esos días, la imprenta funcionaba a dos casas de donde está hoy, en un pequeño salón. Luego se pasaron a la propiedad contigua y más tarde a la actual ubicación, que era una casa vieja que reciclaron y adaptaron con todas las comodidades del negocio.

La familia 
“Yo trabajé en Molinos Río de la Plata hasta que pude negociar mi retiro y sumarme a pleno acá. Mientas tanto mi señora con dos empleados llevaron adelante la imprenta. Así funcionamos hasta que se sumaron mis dos hijas, que por unas cosas del destino se quedaron en Tres Arroyos. La entrada de ellas coincidió con la salida de mi mujer”, recuerda con una sonrisa, dando entender que iba a ser difícil la convivencia de las tres mujeres detrás del mismo mostrador. 
“Mis hijas estuvieron casi 14 años trabajando, me dieron una gran mano. Eran fieras laburando, igual que mi mujer. Por eso siempre pudimos ir actualizándonos y sumando tecnología. Todo se consiguió con sacrificio”, explica. 

Entonces, por primera vez en la charla a Arnaldo se le borra la sonrisa. “Mis hijas partieron, Verónica se fue para siempre… Y Mariana terminó de estudiar Lengua y Literatura y se dedicó a dar clases. Ella siempre me dijo que se iba a ir de la imprenta, y llegó el momento que lo cumplió”, indica Elgart. “Pero siempre me han acompañado estos chicos, Gabriel y Agustín, que son los padres de mis nietos, mis yernos, son dos tigres. Más un empleado, Cristian, que es una maravilla; y hace poco sumamos a Agustina, que también es espectacular”, completa. 
“Yo descanso tranquilo gracias al apoyo que recibo de ellos, que son maravillosas personas. La verdad, son muy buena gente… Me emociono un poco, te darás cuenta -habla con los ojos vidriosos- porque son muchas cosas las que vivimos acá todos”, explica. 
Arnaldo destaca una y mil veces lo afortunado que se siente “por haber tenido la suerte de haber podido tener a mis hijas trabajando conmigo, de haber compartido tantas jornadas. Y si bien duele cuando se van, yo seguí con mucha suerte porque tengo a estos muchachos que son tremendos”, insiste.
 
La tecnología 
Como ha ocurrido en muchos otros rubros, en la gráfica la tecnología experimentó importantes avances en las últimas tres décadas, y obligó a actualizarse en forma permanente a las imprentas que querían continuar en carrera. “La verdad que es un esfuerzo muy grande seguirle los pasos a los avances. Pero en este negocio si te quedás, morís. Con el agravante que en esta actividad las máquinas son todas importadas, entonces es carísimo actualizarte”, explica Arnaldo. 
Hoy Imprenta Rápida cuenta con todas máquinas japonesas y a principio de año adquirió la última joyita. “Hoy tenemos una tecnología de avanzada, que cumple muchas funciones y hace el proceso mucho más eficiente y de mejor calidad. Por ejemplo, te larga las revistas a todo color amadas, dobladas y abrochadas”, cuenta Arnaldo que disimula muy bien sus 77 años.
“Las nuevas tecnologías también hicieron que logremos otro tipo de trabajos, porque con esta maquinaria se hacen cosas muy buenas, y ni qué hablar en lo que es tarjetería a todos color”, explica.

Agustín De Marco, Gabriel Gómez, Arnaldo Elgart, Agustina y Cristian Martínez, el equipo que hoy lleva adelante Imprenta Rápida, en el tradicional local de la calle Lucio V. Lopéz al 400

Estos avances también ayudaron a que no sintieran el impacto que podría haber significado la normativa de la AFIP de imponer las facturas electrónicas y sacar de circulación las de papel. “En nuestro caso lo que ocurrió fue que el trabajo mutó. No perdimos volumen de pedidos, por suerte, se amplió el abanico y eso quedó compensado”, dice. 
En este sentido, va el agradecimiento a los clientes fieles. “Tenemos que agradecer a un montón de empresas que nos han acompañado desde siempre y siguen confiando en nosotros. Entre ellas hay muchas firmas importantes que nos dan un volumen importante de trabajo”, cuenta. 
Arnaldo recuerda que cuando arrancó “no entendía nada de gráfica”. Pero la actividad le gustó y a fuerza de empeño avanzó. Aunque asume que la clave fue el grupo de trabajo que siempre tuvo. “En su momento fue mi mujer, después mis hijas y hoy son los muchachos. Gabriel es un baluarte. Pero valoro a todos”, cuenta. 
Se siente orgulloso del camino recorrido y de la forma que lo transitó: “Rodeado de la familia y de muy buena gente”, asegura.
“Para mí no es una carga venir al negocio. Vengo todos los días porque sigo a cargo de la parte económica y además para darles una mano en lo que necesiten los muchachos”, agrega. 
Para el final deja el agradecimiento a los clientes, el saludo a los colegas y otro gesto que marca cómo valora a las personas que trabajan con él. “¿Una foto? Sí, pero vení mañana que hoy Agustina ya se fue. Y en la foto tenemos que estar todos”. 
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