Intolerancia asesina

Señora directora:

En octubre del año 2009 recibí de regalo una cachorra de Border Collie cruza.

Hasta ese momento no sabía lo que era contar con esa bendición y a su vez, la responsabilidad que ello implicaba.

Durante casi 15 años, mi perra Lola y yo, creamos un vínculo que solamente es comprendido por las personas que aman a los animales y se sienten emocionalmente contenidos por ellos.

Ese amor incondicional que generan nuestras mascotas, nos hace ver lo simple que es la vida para ellas.

Conocen nuestro olor, nuestro tono de voz, nuestro estado de ánimo, se adaptan a todo con una inocencia amorosa que conmueve.

Llenan todos los espacios de un hogar y nos comparten con otras personas, solamente si sienten que no nos van a hacer daño.

Describir al detalle mi experiencia de vida con mi compañera Lola, demandaría mucho más tiempo y llenaría muchas más páginas.

Lamentablemente el día jueves 22 de febrero Lola falleció, y no fue de manera natural, propio de su edad o por alguna dolencia, que aunque causa dolor, sabemos cómo afrontar ese tipo de perdida.

Lola murió de la peor manera que puede morir una mascota, envenenada.

Existen personas en nuestra sociedad con un alto nivel de intolerancia y que, de manera premeditada y asesina, arrojan comida envenenada en la vía pública con la única intención de matar.

Lo que más duele de perder una mascota de ese modo, es ver el sufrimiento del animal y la impotencia de no poder salvarlo.

Quiero hacer público mi agradecimiento a PACMA Tres Arroyos por la contención recibida y permitir que Lola sea enterrada dignamente en sus instalaciones.

Bruno Lezcano